Hace ya tantos años que el Partido Popular abandonó su origen, es decir, sus principios cristianos que a sus dirigentes actuales les provoca grandes risotadas que les hablen de ello. Ahora bien, esta actitud resulta suicida.

Hablo de que Alberto Nuñez Feijóo por celos, está cometiendo el mismo error que su antecesor, Pablo Casado: tiene tanto miedo de que Isabel Díaz Ayuso le arrebate la Presidencia del PP y la candidatura a La Moncloa que ni tan siquiera defiende a su subordinada del calumnioso ataque de la Moncloa por el caso de las mascarillas.

Y mira que lo tiene fácil: el caso del hermano de Ayuso ni tan siquiera fue analizado por los tribunales. Dos fiscalías, la española y la europea, lo archivaron por ausencia de indicios de delito. Pues ni por esas. Olvida Feijóo que un líder no es aquel al que protegen los suyos sino aquel que protege a los suyos.

Del silencio de la calle Génova se aprovecha la calle Ferraz, que equipara lo no equiparable: el caso del jetas de Koldo y del caradura de Ábalos, una maquinaria hecha para forrarse a costa del Estado, con la compra de mascarillas de Ayuso, cuando se trataba del bien más apreciado -no sé si erróneamente- de aquel momento.

Todo ello cuando Sánchez necesita un cortafuegos para que el caso Koldo no afecte a sus ministros Marlaska y Torres, a la presidenta de Congreso, su mamporrera Francina Armengol y... a él mismo, que tenía en Ábalos a su principal confidente y al responsable de lavar los trapos sucios de La Moncloa.

La derecha española es cainita. Feijóo no defiende a los suyos y llegará un momento en que los suyos no le defiendan a él y le abandonen a su suerte. Y ante esta tibieza, don Pedro sonríe

Al mismo  Sánchez, quien utilizó la epidemia Covid para el mero crecimiento personal. Para entendernos, Ábalos no tiene que dimitir para salvar a ninguno de sus colegas del Ejecutivo sino para salvar a su antiguo presidente.

Por eso, el PSOE ha lanzado la calumnia contra Ayuso, pero lo sorprendente no es la calumnia, producto estrella de la factoría Sánchez, sino que Feijóo no salga de inmediato en defensa de Isabel Díaz Ayuso.

Por eso, como decía ayer en Hispanidad Rocío Orizaola, en España, y en toda Europa, hay una progresía de izquierdas, PSOE, y una progresía de derechas, PP, ambas socialdemócratas. Por eso, Donald Trump intenta rehacer la derecha según unos principios cristianos.

Y hablando de principios cristianos. Ayuso no es católica pero no renuncia a los principios cristianos que lleva en su ADN como española criada en los años ochenta (tiene 45 años). No es una pía católica se lo aseguro, pero no se avergüenza de esos principios y por eso resulta tan simpática a tantos españoles que ven cómo el profanador Sánchez está dedicado a negar esos principios. Es cierto que Ayuso no tiene claros algunos de esos principios cristianos, pero Sánchez sí tiene claro que pretende destruirlos y Feijóo, pobriño, no distingue entre principios, medios y finales.

En cualquier caso, la derecha española es cainita. Feijóo no defiende a los suyos y llegará un momento en que los suyos no le defiendan a él y le abandonen a su suerte. Y ante esta tibieza, don Pedro sonríe.