El debate parlamentario del miércoles 17, en el Congreso de los Diputados, batió todos los récord de cinismo del rey de los cínicos: Pedro Sánchez Pérez-Castejón, cuya política puede resumirse en la reformulación del viejo adagio castellano: dime de qué acusas y te diré de qué adoleces.
Así, para defender la libertad de prensa, nuestro hombre introduce la censura de prensa. En nombre de la lucha contra el bulo, anula la información cierta, sobre todo si se refiere a su persona y a su señora esposa, Begoña Gómez... que es de lo que se trata.
Disfrazado de lucha contra el bulo, lo único que pretende el presdiente es presionar a los anunciantes para que asfixien económicamente a la prensa independiente de Internet. Ya trabajan submarinos de La Moncloa en las grandes empresas redactando listados de los medios que son periódicos y de los que son pseudoperiódicos, de los que son periodistas y de los que son pseudoperiodistas y, por supuesto será Moncloa quien lo decida.
Lo peor: las asociaciones de la prensa, FAPE, APM y Reporteros sin Fronteras defienden el oligopolio de los Señores de la Prensa con el mismo entusiasmo que el Sanchismo
Periodista es, en resumen, aquel al que Sánchez le otorgue tal condición. Considerando que el periodismo es, por definición, contrapoder no está mal eso de que sea el poder quien decida quién puede ejercer el periodismo.
Como dijo Feijóo, en una de sus escasas frases acertadas, "el bulo de España es usted", señor Sánchez. En efecto, si me critican es un bulo, no hay "nada de nada"; si me alaban entonces se trata de medios democráticos y pluralistas.
Un periódico por cada 16.000 habitantes asegura Sánchez. ¿Y eso es malo? Patxi López: hay estudios que hablan de más desinformación: ¿cuáles?
Empezando por el final, lo peor es que las asociaciones de la prensa, FAPE, APM y Reporteros sin Fronteras defienden el oligopolio de los Señores de la Prensa con el mismo entusiasmo que el Sanchismo. La APM, la única que, al menos, ha intentado salvar la cara, asegura que seguirá de cerca la implementación de las medidas de Moncloa sobre la prensa, ¿acaso necesita esperar a protestar contra la pena de muerte a que el verdugo haya cercenado la cabeza de alguno de sus asociados?
El debate fue muy de Sánchez: premisas más o menos ciertas para conclusiones siempre falsas. Ejemplo: el presidente y su portavoz parlamentario, Patxi López se escandalizan de que hay 16.000 habitantes por periódico en España. Aparte de que eso es mentira, porque sólo una mínima parte son periódicos de información general o asimilados, ¿qué tiene eso de malo? ¡Viva el pluralismo de Internet, cuanto más mejor!
Por su parte, Patxi López, cada día más abonado al rasgado de vestiduras, asegura que hay estudios que hablan de más desinformación. ¿Cuáles, Patxi? Es cierto que el exceso de información puede conducir al mareo mental como el exceso de cultura puede conducir a la ignorancia sobre la vida, pero, ¿puede ser malo que haya más emisores? Nunca jamás, es la prueba primera de libertad, y el que quiera que los lea, y el que no, que pase de hacerlo.
Ingresos por publicidad institucional para comprar líneas editoriales: pero si ningún periódico vive del erario público salvo los estatales, mismamente los que aplauden a Sánchez... No hace falta trasparencia sobre ingresos publicitarios -esos se ven- sino sobre subvenciones públicas a los medios
Otra acusación mentirosa de Sánchez se refiere a los ingresos por publicidad institucional para comprar líneas editoriales: pero si ningún periódico vive del erario público salvo los estatales, mismamente los que aplauden a Sánchez. No, no hace falta trasparencia sobre ingresos publicitarios -esos se ven- sino sobre subvenciones gubernamentales a los medios amigos. No son los medios los que deben aportar trasparencia sino el poder que ayuda a los medios que les defienden.
Hispanidad le preguntó en Moncloa a la portavoz del Gobierno que dijera un solo medio que vive de los ingresos públicos (salvo RTVE claro está). Alegría nos emplazó para el miércoles 17 de julio, cuando Pedro Sánchez lo explicaría todo. Pues bien, el miércoles 17 de julio, Sánchez no pudo citar ningún medio cuya línea editorial haya sido comprada por el erario público -por la ultraderecha, según él, como si la ultraderecha mandara en algún sitio- sencillamente porque esos medios no existen.
Lo dicho: Sánchez consagra la censura de prensa para 'ayudar' a los periodistas... y para que no se atrevan a informar sobre Begoña Gómez, su esposa, con la que forma una sola unidad política.