El sentir de los empresarios con Pedro Sánchez se puede resumir en dos palabras: hartazgo y cabreo. Mucho hartazgo y mucho cabreo porque consideran que el presidente del Gobierno les está engañando -ya era hora- y es un demagogo de tomo y lomo. “El problema no es Podemos, es el PSOE”, comentan entre ellos. La guerra con Moncloa no es de guante blanco, sino a cara de perro. Ojo, lo que no significa que den por muerto al presidente -políticamente hablando, se entiende- y sin posiblidades de repetir en La Moncloa tras las elecciones de diciembre-enero.
Dicho de otra manera, el enemigo no es Ione Belarra y compañía -es propio de los comunistas atacar a los empresarios-, sino el presidente del Gobierno, que aparenta ser un estadista socialdemócrata cuando se reúne con ellos y se convierte en un podemita mitinero en cuanto sale por la puerta. No olvidan que fue Sánchez quien levantó la veda cuando afirmó aquello de que si Botín y Galán criticaban sus medidas era porque iban en la buena dirección.
Mientras, desde Moncloa, lejos de intentar apaciguar las aguas, lanzan ataques desde El País para destruir a Antonio Garamendi que, tras la reelección al frente de la CEOE, se ha convertido en firme opositor a las propuestas económicas del Ejecutivo, por ejemplo, la subida del SMI.
Dos ejemplos recientes de esta campaña: el artículo de Xavier Vidal-Folch titulado El “humilde” sueldo de Garamendi -se pueden imaginar por dónde va- y la encuesta, también difundida por la SER, sobre el apoyo mayoritario de los españoles a los nuevos impuestos a grandes patrimonios y empresas.
Por cierto, Belén Barreiro, responsable de 40dB, la empresa que realiza los sondeos para el Grupo PRISA, estuvo a las órdenes de Miguel ‘cubanino’ Barroso -actualmente al mando ideológico y propagandístico de PRISA- durante su etapa como secretario de Estado de Comunicación con Zapatero.
En definitiva, la guerra Moncloa-Ibex está en su punto más álgido… y en pleno año electoral. Y Sánchez, encantado de que así sea.