Mientras la jerarquía episcopal española se conformaba con su buenismo habitual acerca del problema de la inmigración, mientras el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado solicitaba el envío de la Armada contra las pateras de inmigrantes, mientras el centrífugo portavoz socialista Patxi López ironizaba -sutilmente por supuesto- sobre el el bombardeo de cayucos por parte de la Armada... OK Diario narraba la brutal violación de un marroquí ilegal a una chica sevillana.
Al menos, estamos rompiendo la estúpida autocensura de no citar la nacionalidad o procedencia de los autores de tanta brutalidad contra las mujeres españoles. en su mayoría son musulmanes de origen marroquí.
Por cierto, de las feministas del tipo de la centrífuga Ione Belarra no esperen compasión por las víctimas: las feministas hablan de islamofobia, mientras aborrecen a las mujeres que no las secundan en su vocinglería: o sea, a las mujeres sensatas.
Por supuesto que hay que ayudar al inmigrante; por supuesto que hay que acabar con la inmigración ilegal
En el asunto de la inmigración reina la confusión. Confusión moral, que es la peor de todas las confusiones, también en el ámbito católico.
Aclaraciones necesarias: Por supuesto que hay que ayudar al inmigrante... y por supuesto que hay que acabar con la inmigración ilegal. Ayudar al inmigrante no es lo de don Fernando Grande-Marlaska: meter al que llega en cayuco en una carpa y luego abandonarle en las ciudades españolas, sin conocer ni el idioma ni las costumbres del país que le acoge. ¿Qué va a hacer esa persona, sino robar y malear, además de acrecentar su odio hacia los españoles, a quienes contempla viviendo con comodidad mientras él se muere de asco? Si no le puedes integrar, no le dejas entrar.
Principio general: hay que acoger al inmigrante y, al mismo tiempo, obligarle a que respete al país de acogida, sobre todo, en España, exigir al musulmán que respete a la mujer española
Pero la culpa no es de él, ni de los españoles: la culpa es del caradura de Marlaska.
Claro que se puede acoger al inmigrante que viene a ganarse la vida, aunque no a todos al mismo tiempo, y claro que se puede y se debe poner coto a quien no podamos integrar: se puede y se debe. Ahora bien: si no le vas a integrar, no le dejas entrar.
La polémica del jueves 5 en el Congreso: no podemos enviar a la Armada contra los cayucos, como propone Miguel Tellado. Tiene razón los escandalizados por las palabras de portavoz popular: lo que hay que hacer es enviar a la Armada contra Marruecos y su sucursal de tráfico humano, Mauritania, que son los comerciantes de carne humana y los que se forran con los cayucos. Sería una buena media para enseñarle los dientes a la cada vez más poderosa armada marroquí.
Principio general: hay que acoger al inmigrante y, al mismo tiempo, obligarle a que respete al país de acogida, sobre todo, exigir al musulmán que respete a la mujer española... por las buenas o por las malas.
Y recordando siempre el principio más genérico, el más primario: la migración, de suyo, es mala. El que arriesga la vida emigrando es porque no puede sobrevivir en su país de origen. Por eso, la primera ayuda debe ser en el país origen de ese flujo migratorio... lo que no inhabilita para detener en frontera a quien no estamos capacitados para ayudar. Pero lo que no puede hacer, como hacen los progresistas españoles, es presumir de abrir las fronteras y luego que sea la sociedad la que los integre.
Podríamos empezar enviando a la armada contra los narcotraficantes marroquíes. Feijóo pide ayuda a Von der Leyen: ¿Quién le ha dicho que a Von der Leyen le preocupa España?
Más equívocos, el del uso de la fuerza. Por de pronto, yo empezaría enviando a la armada contra los narcotraficantes marroquíes. Y aquí no se trataría de bloquear sino, como se escandaliza don Patxi López, de bombardear.
Por cierto, Feijóo pide ayuda a Von der Leyen: ¿Quién le ha dicho que a Von der Leyen le preocupa España? Deje usted de llorar en Europa para que solucione los problema de España. Para eso le pagamos a usted.