No pasa nada. Se va Manuel Castells, el ministro de Universidades y le sustituye Joan Subirats. Ambos le tienen la misma manía a la universidad privada. Ambos son comunistas pero Subirats es más pragmático y a la vez más programático que Castells y, sobre todo, menos sectario: no le provocan tirria los adversarios ideológicos.
Lo único que ha hecho Castells, el ministro más desconocido del Gobierno Sánchez, ha sido el proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario, (¿Losu?) que ha conseguido una extraño consenso: no le gusta a nadie.
Eso sí, en materia universitaria Subirats y Castells coinciden en la línea habitual: más poder para el pueblo, es decir, para el estudiante, o sea, menos para el profesorado y para los rectores. Curiosamente, ni el colectivo docente ni el discente han apoyado su proyecto.
Siempre detrás de Colau, nunca quiso aparecer en el proscenio. Fue teniente de alcalde de Educación y Cultura en el Ayuntamiento de Barcelona. Lo dejó a mitad de legislatura, ya estaba cansado de la política, pero ahora no se ha resistido a ser ministro.
Ya saben: hay que ser ministro aunque sea de Marina.
Y quizás lo mejor: Subirats no tiene nada de Indepe. Es más, peinsa que la independencia de Cataluña es una tonteria muy grande que distrae de la cuestión social. Es un rojo no nacionalista.