Servidor no había visto una campaña de caza al hombre como la que se está produciendo en España con el Rey Juan Carlos I, sobre todo por parte de los canales de televisión, tanto de izquierdas como de derechas. Una campaña verdaderamente inmisericorde, alentada por el Gobierno de Pedro Sánchez y que se ha encontrado con la respuesta espontánea de la gente de Sanxenxo que aplaude a don Juan Carlos I y alentada, también, por la cobardía de su propio hijo y sucesor Felipe VI, quien no se atreve a levantar la voz ante el Gobierno y que este lunes recibirá a su padre, con mucho pudor y de forma vergonzante, en el Palacio de la Zarzuela.
Una III república supondría otro baño de sangre... para los cuerpos y hoy, me temo, también para las conciencias de los españoles
El Sanchismo, que es guerracivilismo, ha puesto en marcha su maquinaria para exigir que el rey -el "emérito", aseguran con desprecio- "dé explicaciones". Felipe Sicilia y Adriana Lastra, dos de nuestros peores ciudadanos, loros de repetición de don Pedro Sanchez, ya han unido a la exigencia de explicaciones, la exigencia de petición de disculpas. Es decir, que, aunque Juan Carlos I se explique, para ellos el anterior monarca ya ha perdido la presunción de inocencia, dado que las explicaciones no son suficientes y debe pedir perdón: ¿Y si no tuviera por qué pedirlo?
Así que estos días hemos podido ver, visiblemente escandalizados, a los fariseos de los telediarios, rasgarse las vestiduras ante la respuesta de don Juan Carlos: ¿Explicaciones? ¿De qué?
Felipe VI pasará a la historia como el hombre que traicionó a su padre, instigado por su esposa y atemorizado ante el Sanchismo sociopodemita. También su padre traicionó a su abuelo pero...
Porque todo lo que los republicanos acusan al anterior jefe del Estado no es sino la búsqueda de un imprescindible colchón económico porque esos mismos republicanos, la izquierda española, desposeyó a la monarquía española de todo su patrimonio secular. Algo que no ocurrió ni en Reino Unido, ni en Holanda, ni en Bélgica y demás dinastías. En aquellos países donde los republicanos se incautaron los bienes, la monarquía desapareció. En España no, gracias a Juan Carlos I el rey volvió al trono.
Bajo esa óptica, veamos ahora las consecuencias del viaje de Juan Carlos I a España tras casi dos años de exilio:
El peligro de una III República Española no está en Podemos, sino en Sánchez y en la cobardía de Felipe VI. El viaje de su su padre, enfrentándose a Moncloa, representa un buen momento para que el Rey Felipe VI, se imponga a su esposa y rehaga la educación de la Infanta Leonor, futura Reina... si ello fuera aún posible.
¡Qué error el de la operación Borrell! Con Sánchez, la secuestrada monarquía española no pinta nada ni en Europa ni en América
A pesar de ello, me temo que Felipe VI pasará a la historia como el hombre que traicionó a su padre, instigado por su esposa y atemorizado ante el Sanchismo sociopodemita. Pero eso puede no ser un problema definitivo: recuerden que Juan Carlos I también traicionó a don Juan de Borbón y aceptó de Franco la sucesión, saltándose a su padre. La diferencia es que Franco no amenazó con meter a su padre en la cárcel, tal y como Pedro Sánchez ha hecho con el acobardado Felipe VI.
Ahora se demuestra el error de Felipe VI al no aceptar la Operación Borrell, que hubiese evitado la entrada de los comunistas de Podemos en el Gobierno de España. Con Sánchez, la secuestrada monarquía española no pinta nada ni en Europa ni en América.
Fue Felipe González quien trató de impedir el nombramiento de Pedro Sánchez como primer ministro. Por eso, Sánchez no quiere ni verle
Recuerden que fue Felipe González quien trató de impedir el nombramiento de Pedro Sánchez como primer ministro. Por eso, Sánchez no quiere ni verle. Por eso mantiene el secuestro de Felipe VI y por eso el peligro de una III República española, con su marca de sangre es un objetivo próximo.
¿Y dice usted que a pesar de eso no es un entusiasta de Juan carlos I? Sí, lo repito, fue el Rey que permitió la introducción del aborto en España. Ahí empezó el declive de España. Pero una III República sería una vez más, un baño de sangre, para los cuerpos y, en el siglo XXI, me temo que también para las conciencias de los españoles.