Oficina Nacional de la Lucha Contra los discursos de Odio. Así se llama, nada menos. Es otro de los comités de expertos creados por el Gobierno Sánchez para justifica sus desafueros. como el del Covid, que jamás existió y aún no han reconocido el engaño. Este se lo ha sacado de la manga el Ministerio del Interior, contra los delitos de odio, que más parecen delitos de oído porque representan el mayor ataque contra la libertad de expresión (y su pariente, la libertad de prensa) de toda la era moderna.
Los hechos: el ministro del Interior, don Fernando Grande-Marlaska, ha aprovechado, a finales de julio, para hacer balance sobre los delitos de odio, algo que le tiene muy preocupado, no porque se hayan disparado sino porque han bajado. Los tales delitos han disminuido durante 2020, más que nada porque Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos, nos tenía encerrados en casa y había creado un verdadero Estado policial. Pero en calidad… oiga, cada día son delitos más crueles. Palabra de Marlaska.
Don Fernando está muy preocupado por las delitos de odio por razón de raza, de sexo, de religión. ¡Qué curioso! Apenas hay condenas por delitos de odio contra la religión católica, la mayoritaria en España y las más perseguida y ninguneada en España. Es más, ante la oleada de profanaciones, sacrilegios, blasfemias y cristofobia -que eso sí que existe y constituye una de las notas distintivas de la España actual-, los católicos prefieren, cuando denuncian, que es rarísima vez, utilizar alguna vía jurídica paralela. Por ejemplo, la de ofensa contra los sentimientos religiosos.
¿Que qué es un delito de odio? Pues un instrumento para censurar al discrepante. Especialmente, si el discrepante es cristiano
Sin embargo, el lobby gay, el lobby feminista, etc., esos sí que han aprovechado y aprovechan el artículo 510 del Código Penal. Y no es ninguna broma, porque por odio te pueden caer hasta cuatro años de cárcel.
Ahora, Marlasksa da un paso más en la carrera por el despropósito: los expertos del redicho Oficina Nacional de la Lucha Contra los Discursos de Odio (ONLCDO… o átenme esa mosca por el rabo) colaborarán con la policía en la persecución de delitos de odio. O sea, que azuzarán a la policía para perseguir a todo aquel que se atreva a expresar una opinión contra lo políticamente correcto. O sea, un odiador recalcitrante, un ser pérfido que tiene la osadía de discrepar, por ejemplo, de Marlaska.
Veamos: los problema de los delitos de odio son varios y parten de una fenómeno muy extendido en el siglo XXI, la paranoia.
El doble fraude los delitos de odio: confunde delito con pecado y, encima, es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia
Sí, la paranoia aumenta en nuestras modernas sociedades: todo el mundo se siente agraviado por alguien, lo que ha sido aprovechado por la ideología de género de forma eficaz. Las mujeres están permanentemente agraviadas, injuriadas y violentas. Como los homosexuales, los trans, los bisexuales, etc.
En segundo lugar, no olvidemos la madre de todas las batallas: ¿qué es un delito de odio? Pues un instrumento para censurar al discrepante. Especialmente, si el discrepante es católico, porque hoy en día lo cristiano es lo más políticamente incorrecto que existe.
Al fondo, los dos problemas del invento de los delitos de odio: se confunde delito y pecado. En el delito se juzgan hechos, en el pecado se juzgan, antes que nada, intenciones y voluntades libres. Por eso, el pecado no se lleva a los tribunales, sino al confesionario. Bueno, hasta que llegó Marlaska.
Y encima, ante el juez y el fiscal, es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia… que tiene bemoles, la copla.