Sorprendió Ramón Tamames, que la experiencia siempre sorprende. No por lo que dijo, que dijo poco, no por su programa de gobierno, que apenas existió como tal, sino porque, desde Tomás Moro, sabemos que sólo hay una cosa que el espíritu soberbio no puede soportar: que se rían de él.
La moción de censura de VOX, vía Tamames, ha resultado un fracaso. Al renunciar a defender sus principios cristianos, Vox renuncia a ser alternativa a Sánchez y se conforma con ser un apéndice del tibio PP
Y Tamames se cachondeó a gusto de Sánchez cuando, que habló cerca de tres horas, a lo Fidel Castro. El candidato le dijo, en tono de guasa, que no necesitaba hablar tanto sobre cuestiones que "no le hemos pedido nos informe".
Lo de Pedro Sánchez, con Yolanda Díaz intentando imitarle, tanto en el tiempo empleados, más de una hora y eso que no pintaba nada en la sesión y recordando aquello de que la autoalabanza apesta, la vicepresidente acreció la diarrea verbal del presidente, mientras Ramón Tamames se permitía aportar algo a la política española: sencillez. Y con la sencillez de Tamames diciéndole que aburría a los difuntos con tanta cháchara y tanta autoalabanza, Sánchez perdió los papeles y entró en el pavoroso terreno del ridículo. Ahora bien, en el país, progresista, del melodrama nadie renuncia a la puesta en escena. El presidente habló durante tres horas, casi el triple que el candidato. Y Yolanda Díaz intentó superar a Sánchez. Dos personajes-narciso a los que conviene dar siempre la razón porque de otra forma no se callan.
Ahora bien, con todo lo anterior, el resultado de la moción de censura de Santiago Abascal... resultó un fracaso previamente anunciado: no murió Sánchez pero se suicidó Vox. Al renunciar a defender sus principios cristianos, y eso no podía hacerlo Ramón Tamames, al renunciar a defender, por ejemplo la vida o la familia, Vox renuncia a ser alternativa a Sánchez y se conforma con ser un apéndice del tibio PP.
Abascal no tiene que montar una moción de censura con un fichaje progre. Lo que tiene que combatir es el progresismo de izquierdas (PSOE) o el de derechas (PP). Es decir, ser un partido cristiano. Sencillamente porque así se convertirá en una alternativa de Gobierno frente al progresismo.