Manuel García-Castellón, titular del juzgado de instrucción número seis de la Audiencia Nacional, ha decidido cerrar la instrucción del Caso Kitchen y enviar a juicio oral como acusado al exministro del Interior del PP, con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, Jorge Fernández.
Todo ello a petición del PSOE y de Podemos, los cuales, como acusación particular, solicitaban la apertura del juicio oral con el fin de que los acusados no pudieran dilatar más la instrucción. Una tontería dado que, con el actual estado de cosas en la Audiencia Nacional, no habrá juicio al menos en un año.
Además, era ahora cuando había que reactivar el caso, justo ahora, cuando se hace necesario disimular el acuerdo con los indepes de Puigdemont y con los proetarras de Arnaldo Otegui.
Por cierto, el comportamiento de la fiscalía en el Caso Kitchen ha sido el opuesto a lo que, en el mismo juzgado, se ha seguido contra otra de las piezas del sumario Villarejo: la del BBVA. Aquí, la fiscalía se ha opuesto a que el juez cerrara la instrucción y ya va para cinco años.
El sumario Kitchen se detiene en el ministro del Interior pero no llega al PP ni a su presidente, Mariano Rajoy. Lo curioso es que Luis Bárcenas nunca acusó a Fernández sino a Mariano. Y los mandos de la policía, los ejecutores, se van de rositas
En definitiva, PSOE y podemos han conseguido que no se hable de la amnistía a Puigdemont y compañía o, al menos, que dicha amnistía quede oscurecida y se pueda volver a colocar la corrupción del PP en las portadas de los diarios y de los telediarios.
Eso sí, Pedro Sánchez ha conseguido la imputación de Jorge Fernández pero no la del PP... con lo que Mariano Rajoy ya puede dormir tranquilo. Esta es la segunda mentira del caso: si hay alguien empeñado en que el exministro Fernández, un hombre que hizo con Rajoy toda su carrera política con exquisita lealtad, se vea en un serio aprieto con la justicia o que incluso entre en prisión, no es el enemigo socialista sino el amigo y correligionario Mariano Rajoy. ¿Acaso no hemos caído en la cuenta de que a quien apuntaba y apunta Luis Bárcenas es a Rajoy -bueno, y a su segundo en el partido, Dolores de Cospedal-, y no a Fernández? ¿Acaso Cospedal en su defensa, con sus sobresueldos y otras corruptelas, apuntaba a Jorge Fernández, y no a don Mariano y a doña Dolores?
De esta forma, el sumario Kitchen se detiene en el ministro del Interior del PP pero no llega a su presidente, don Mariano Rajoy. Y recuerden lo dicho: Luis Bárcenas no acusa a Fernández sino a Rajoy.
Y más: los mandos de la policía, ejecutores del espionaje a Bárcenas, se van de rositas. Queda claro que es lo que interesaba, tanto a Sánchez como a Rajoy: un chivo expiatorio llamado Jorge y apellidado Fernández.
Ahora, Pedro Sánchez tiene un año largo por delante para seguir hablando de la corrupción del PP y no de sus pactos con los orcos de Mordor
En cualquier caso, a partir de ahora, Pedro Sánchez tiene un año largo por delante para seguir hablando de la corrupción del PP y no de sus pactos con los orcos de Mordor. Como se dice que don Pedro ha nacido con una flor en el culo, el cierre de la instrucción Kitchen se hace coincidir con la foto de la vergüenza: con un Pedro Sánchez rendido ante Bildu y ante Junts, ante Otegi y ante Puigdemont. Nadie podía haberlo hecho mejor.