¿Se acuerdan ustedes de ese compañero de colegio al que no podías pegar porque llevaba gafas? Pues el portavoz parlamentario de Podemos, Pablo Echenique, se acoge a un derecho similar. Dado que está postrado en una silla de ruedas, algo muy duro, sin duda, puede permitirse el lujo macabro de injuriar, ofender, insultar, difamar, calumniar... y si le replican, el replicante estará incurriendo en flagrante delito de odio y de crueldad hacia el vulnerable, antes conocido como débil.
Sólo recordar que la desgracia no puede convertirse en coartada, de la misma manera que la pobreza no constituye un mérito. Además, como dijo mi amigo Antonio Camuñas acerca del portavoz parlamentario de Unidas Podemos: ¿Cómo puede caber tanta maldad en un cuerpo tan chiquito?