Tras la nueva puñalada trapera de don Pedro Sánchez, esta vez al CNI, y tras comprar a Margarita Robles, una de las pocas conciencias medianamente limpias que quedaba en el Ejecutivo, la nueva consigna de los servicios de propaganda del Sanchismo, que dirige el ministro Félix Bolaños, y ejecuta el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallès, puede resumirse así:
Pedro Sánchez relanza el Frente Popular para mantenerse en el poder hasta 2024. Un guerracivilista Frente Popular, formado por socialistas, comunistas, separatistas y rarezas varias, tipo Compromís o el Mas País de Errecoz, gente muy distinta pero a la que une su cristianofobia y que se apoyan en su gran éxito desde que empezara el siglo XXI: han convencido al mundo de que el catolicismo es ultraderecha y hasta el humanismo cristiano, o catolicismo desvaído, resulta que también es extrema derecha.
Bolaños insistirá en las próximas semanas en que Núñez Feijóo debe perder toda esperanza de convocatoria anticipada de elecciones
El único mandamiento que existe para la nueva progresía es la aberrante ideología de género, vivida por la izquierda como un verdadero dogma. Discutirlo es ser un hereje del Nuevo Orden y ser condenado al castigo y al silencio.
Volviendo al escenario político español: el presidente rendirá pleitesía al catalán Pera Aragonés, en entrevista que se concederá, presumiblemente en Barcelona y donde se pedirá perdón por el espionaje. Eso sí, Gabriel Rufián, el mayor ejecutor de este paripé, seguirá bramando en el Consejo contra Sánchez o contra Robles: son combates de salón.
La misma pleitesía que Sánchez rindió a Mohamed VI, pero sin hacer una sola concesión de autogobierno a Cataluña. Basta con inclinar la cerviz ante Aragonés que, encima, ni pide a cambio tanto como Marruecos.
El pacto político que regirá España hasta enero de 2024, puede definirse así: Aragonés (ERC) manda en Barcelona, Sánchez (PSOE más Podemos-Yolandísima) en Madrid. Y todos contentos.
En Cataluña, el socio es ERC, no Junts, en Euskadi, PNV y Bildu: ambos
Y así, el ministro Bolaños insistirá en las próximas semanas en que Feijóo debe perder toda esperanza de convocatoria anticipada de elecciones. Las elecciones, a ser posible el último día posible: el 10 de enero de 2024.
¡Ah!, en Cataluña, el socio es ERC, no Junts; en Euskadi, PNV y Bildu: ambos. España roja y España rota, todo a un tiempo. Una España roja, además, esclava de Joe Biden, para quien ahora el aliado en el sur de Europa no es España, a quien desaparecía, sino Marruecos, nuestro enemigo más próximo.
Mientras, el paripé de presuntos enfrentamientos entre Sánchez y Podemos o los nacionalistas de todo signo, continúa. Una tontuna: están perfectamente de acuerdo en su cristianofobia y, por tanto, permanecerán aferrados a sus cargos... hasta el 10 de enero de 2024. A fin de cuentas, ¿quién podría ofrecerles algo mejor?