Esto no había ocurrido en 46 años de democracia. Un presidente del Gobierno que, en lugar de dar ejemplo de respeto al justicia, no sólo se niega a declarar ante un juez -por ejemplo, lo hizo Mariano Rajoy y en sede judicial- sino que, además, en cuanto el juez abandonó La Moncloa, ordenó a la Abogacía del Estado se querellara contra su Señoría por prevaricación

 

Recuerden, prevaricar es hacer algo ilegal a sabiendas. Esto es, el insulto más grave que se puede dedicar a un juez. Además, del juez que se ha atrevido a imputar a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, un caso que cada día se infla más, hasta hacer ridículo el sonsonete de La Moncloa: "No hay nada de nada", o lo de Pilar Alegría: "es un no-caso".    

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Naturalmente, Sánchez lo hace "en defensa de la institución de la Presidencia del Gobierno", porque, claro, asegura, "lo que estamos viviendo es un montaje". 

Quizás el problema de fondo se resume en una sola palabra: impunidad.

Eso sí, convendría que los jueces apoyaran a Juan Carlos Peinado. Nunca un juez estuvo perseguido y denigrado por el poder... como nunca un presidente se había querellado contra un juez por prevaricación.

Todo es nuevo con el Sanchismo. Para mal, sí, pero nuevo.