Harto emocionante. Patxi López -este hombre lo siente- subió a la tribuna de oradores del Congreso y cual un Jeremías renacido, nos explicó que los de Santiago Abascal hablaban de los pinreles de Sánchez -justo el sitio por donde los españoles quieren colgarle-:"no es ninguna tontería".
Porque claro, argumenta Patxi, primero se señala a la víctima, luego se victimiza a la víctima, (que, en el caso de Sánchez, se juega el tipo cada día, porque ya no lleva 50 guardaespaldas sino sólo 25), una víctima que es atacada fieramente por la ultraderecha que le envía Abascal y, para terminar, cuando asesinen al pobre Pedro, gimió Patxi, todos dirán aquello de que "algo habrá hecho". Dramático.
Por ello, y para defender la democracia, frente a los fieros ataques ultras hacia los pinreles de Pedro, el gobierno ha encargado a su fiscal, perdón al fiscal general del Estado, don Álvaro García Ortiz, que lleve a los tribunales al presidente de Vox, por asegurar en Argentina, en unas declaraciones, en las que vino a decir, eso sí, al final de un largo discurso que podemos obviar, por no ser objeto de sumario, que los españoles colgarían algún día por los pies a don Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
El rasgado de vestiduras escandalizadas se escuchó en Estrasburgo, como ejemplo definitivo de que la ultraderecha avanza en Europa y de que sólo Pedro puede pararla.
La coña del odio se vuelve peligrosa cuando entra en el Código Penal (en España, te pueden caer hasta cuatro años de cárcel) y se convierte en censura global Nuevo Orden Mundial (NOM): ¡Pobre del que se atreva a ser políticamente incorrecto!
A ver: el asunto sí que es grave pero no por lo que se escandaliza Patxi, sino porque los pinreles de Sánchez reflejan la melodramática coña del odio visceral, delito, pecado y categoría política, todo a un tiempo.
No sólo hablamos de una exageración sino de una peligrosa confusión entre pecado y delito: los delitos de odio convierten el pecado en delito y el catecismo en el Código Penal y la coña del odio se vuelve peligrosa justo en ese momento, porque a Santiago Abascal le pueden caer hasta cuatro años de cárcel por la tontuna de los pinreles de Sánchez que, en momento de sensatez general, hubiera sido aceptada como un chascarrillo más o menos ingenioso.
Llegará un día en el que no podamos decir nada... o estaremos odiando a no se sabe quién
Los delitos de odio, ni son delito ni son odio: constituyen la censura global del Nuevo Orden Mundial (NOM) y ¡pobre del que se atreva a ser políticamente incorrecto!
Lo más tenebroso es que llegará un día en el que no podamos decir nada... o estaremos odiando a no se sabe quién.