La verdad es que no conozco a Vicente Guilarte, hoy todavía presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es más, no es que no le conozca sino que es un personaje sobre el que no me he plateado mucho porque nunca he indagado.

Pero el pasado Miércoles de Ceniza me sorprendió. Fue durante el acto de entrega de los nuevos 'despachos' a los nuevos jueces... colectivo que, por cierto, no es ajeno al desastre institucional español.

En definitiva, durante el bautismo profesional de los nuevos jueces, un acto que antaño pasaba inadvertido, se ha convertido en centro de atención pública. Y con razón.

La justicia española anda manga por hombro por unos fiscales al servicio del Sanchismo y por hornadas de jueces que unas veces se atienen a la letra y otras al espíritu de la ley... interpretado como lo políticamente correcto

De entrada, por fin, Felipe VI ha hablado... tras otro de sus ominosos periodos de silencio. Con la que está cayendo. Habló el Monarca sobre los guardias civiles asesinados por los narcos en Barbate, que perdieron su vida y también su imagen, por fuer de las esquivas condolencias del Gobierno, más pendiente de no perder votos por su desastrosa actuación en Cádiz dede hace años que por poner coto, no ya a los narcos, sino también a toda la gentuza que les apoya y que jaleaba la ejecución de los guardias civiles. Y no, no son pocos los que en Barbate y en la zona del Estrecho apoyan a los narcotraficantes.

Habló también el Rey de la Independencia de la justicia, que en estos momentos puede y debe interpretarse como una crítica al Gobierno Sánchez, ese mismo personaje a quien el Monarca permitió la formación de Gobierno, sabiendo que lo iba a hacer con todos los orcos de Mordor: BNG, ERC, Junts, PNV y Bildu.

Sin embargo, no fue una crítica directa, por lo que Sánchez no se detendrá en su proyecto totalitario de controlarlo todo: los órganos políticos, la justicia, la empresa y los medios informativos y si pudiera, que no va a poder, la red Internet.

El presidente del CGPJ, Vicente Guilarte, le superó: ni politización de la justicia ni judicialización de la política... que no se sabe qué es peor. "Nunca caigáis en la tentación de pretender influir en la actividad política", les dijo a los nuevos jueces. Y es que hay muchos magistrados en España que confunden su necesaria independencia con una especie de juicio definitivo, como si fueran dioses, para dictaminar lo que les venga en gana, a veces al borde mismo de la ley. Parecen haber olvidado que los jueces no crean justicia, sólo la administran, tán solo aplican las leyes, no las crean.

Al mismo tiempo, Guilarte, y con ello completaba el cuadro de un gran discurso, volvió a repetir a los políticos, aunque todos sabemos que se refería al Ejecutivo: señores políticos, "déjennos en paz". Señores jueces: no quieran conminar a los políticos desde su independencia judicial.

Guilarte se refería al Gobierno socio-sumarita, sin citarle porque todo el mundo que lee algo más que los titulares sabe que el culpable de la no renovación del CGPJ no es el PP -como siempre lento y pesado a la hora de explicar su postura- sino el PSOE de Pedro Sánchez, que lo único que pretende es que el CGPJ sea tan suyo como ya lo es el Tribunal Constitucional o la Fiscalía General del Estado.

Eso sí, Guilarte podía decir lo que quisiera que en el mismo acto estaba el ministro de Justicia, inefable Félix Bolaños, el mismo que dos horas antes, en una entrevista periodística, había dado un paso más hacia el totalitarismo secesionista, al asegurar que todos sus indepes 'puchi' iban a ser amnistiados... y punto final.

A Marlaska le han salvado las elecciones gallegas. El próximo lunes ya veremos, porque es el tipo de subordinado que más le gusta a Sánchez: no tiene escrúpulos y es capaz de ofender a cualquiera sin inmutarse... y si la cuerda se rompe se le cesa y se empieza con otro

Pero como repetimos en Hispanidad una y otra vez, los males de España no sólo están en el cáncer del Sanchismo sino en la propia sociedad española. Es cierto que la justicia española anda manga por hombro por unos fiscales al servicio del Sanchismo pero también por hornadas de jueces que unas veces se atienen a la letra y otras al espíritu de la ley, según convenga... espíritu de la norma, por cierto, interpretado según lo políticamente correcto.

Y al fondo de todo este escenario, andaba, cómo no, la figura de Fernando Grande-Marlaska, el rey del cinismo político, al que le han salvado las elecciones gallegas. El próximo lunes ya veremos lo que pasa con él, porque es el tipo de subordinado que más le gusta a Pedro Sánchez: por un lado, carece de escrúpulo alguno, por otro, es capaz de ofender a cualquiera sin injuriar, sin que le 'cojan por la letra de la ley' y sin inmutarse. Marlaska es un modelo para los jueces inicuos, quem como en toda profesión, haberlos haylos.

Pero es que, además, el presidente del Gobierno sabe que si Marlaska tensa tanto la cuerda que esta acabe por romperse -por ejemplo, con el clamor popular de dos guardias civiles asesinados por los narcos- pues se le cesa y, atención, con su cese o dimisión asume todas las culpas y Sánchez puede... volver a empezar con su capítulo perenne de impunidad.

Ya saben, lo de otro inefable sanchista, Patxi López: la culpa de la muerte de los guardias civiles la tuvo la tormenta. ¡Qué haríamos sin ti, Patxi! El lunes, cuando ya hayan votado los gallegos, veremos lo que ocurre. Si ahora Sánchez cesara a Marlaska el PP obtendrá mayoría absoluta en Galicia.

Pero atengámonos a las buenas noticias, que escasean. Al menos, el Jefe del Estado ha hablado, algo es algo. Al menos, existe gente como Guilarte que, sin dejar de luchar contra la politización de la justicia, advierte a los nuevos jueces contra la judicialización de la política.

Para que el mundo sea más justo y eso...