Decíamos hoy mismo que CCOO y UGT se han convertido en dos apéndices políticos del Sanchismo, que ya sólo representan al trabajador público o a la gran empresa privada. Y los trabajadores públicos, ojo, como suelen estar más preparados, se van con el CSIF, no con unos sindicatos de clase, de origen marxista, que defienden a un proletariado que ya no existe y, sobre todo, que sólo defienden su propia supervivencia, su burocracia interna, mantenida gracias a las subvenciones estatales, no a las cuotas de sus afiliados.

Pero lo singular de este 1 de mayo, sobre todo en su manifestación central de Madrid, que ha recorrido la Gran Vía hasta la Plaza de España, es que se ha politizado y a lo bolivariano. Lo más preocupante de este 1 de mayo de 2024 han sido la comunista demagoga Yolanda Díaz y la demagoga socialista María Jesús Montero, vicepresidentas segunda y primera del Gobierno, respectivamente. Ambas, con esa querencia de Sanchismo a la repetición de consignas, todos la misma y en la misma dirección -a lo mejor es que nos les ocurre otras- han dicho, que ellas estaban allí para defender la democracia. Es decir, con Comisiones y UGT, señal evidente de que el resto de fuerzas políticas, tanto Vox como PP, no son nada democráticas, previsiblemente ultras.

En paralelo, los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez reclaman "regeneración de la democracia"... y lo que tocaba: trabajar menos, cobrar más, ampliar el subsidio de paro y más burocracia estatal. Y con eso, en una especie de cóctel mágico, los dos sindicatos marxistas aseguran que conseguirán el pleno empleo.

En conclusión, la regeneración democrática de Sánchez ha encontrado una aliado en los dos sindicatos mayoritarios. Yolanda Díaz ha identificado a la democracia con los trabajadores, el resto de la población no es democrática. Le ha faltado un pelo para hablar de "dictadura del proletariado". Y lo curioso es que el proletariado ya no existe en 2024, al menos tal y cómo se gestó en los siglos XIX y XX.

L peor de esa regeneración que predica Sánchez no supone otra cosa que el final de la democracia... en nombre de la democracia. Feijóo tenía razón, la intervención de Sánchez para decirnos que se mantenía en la presidencia del Gobierno constituyó, además, su discurso más peligroso, un discurso totalitario. Horas después, en RTVE, en la espantosa entrevista con Javier Fortes y Marta Carazo, concretaría más: se trata de reimplantar la censura y del control de la administración de justicia. O sea, se trata del fin de la democracia.

En resumen, un 1 de mayo bolivariano y politizado. Díaz y Montero han utilizado la fiesta del Trabajo para reclamar una tiranía. La farsa de la lucha contra el bulo y por la Constitución resulta tan burda que ya no cuela, pero eso tampoco importa, porque estamos en guerracivilismo puro y duro.

La foto de Moncloa revela a tres ministras, la anterior portavoz, Isabel Rodríguez y las precitadas vicepresidentas Marisu y Yoli, dispuestas a implantar una tiranía progresista, perdido ya todo respeto a la verdad y al discrepante y ambas entregadas a la idolatría al líder más ególatra con que haya contado la democracia española.

En el entretanto, Unai Sordo y Pepe Álvarez, además de apoyar la farsa del bulo para defender a Begoña Gómez y de reclamar la farsa global, la "regeneración democrática" de Pedro Sánchez, apuestan por el paquete de medidas que confluyen en la ruina de España: trabajar menos, cobrar más, ampliar el subsidio de paro y más empleo público. Es decir menos productividad y más burocracia estatal. Justo lo que necesita el país. Este ha sido un 'primero de mayo' bolivariano y bastante deprimente.

La guinda de la tarta: Un periodsita de Ok Diario ha sido agredido por los manifestantes. Esto ocurre cuando el presidente del Gobierno ha declarado la guerra a los hacedores de desinformación: es decir, a cualquiera que se atreva a criticarle.