El 7 de octubre de 1541, hoy hace 451 años, las naves españolas, con ayuda de Venecia y Génova, el Ducado de Saboya, la Orden de Malta y los Estados Pontificios, al mando de Juan de Austria, caballero cristiano, vencían a la armada turca en el Golfo de Lepanto, frente a Corinto. Allí combatió y resultó herido un tal Miguel de Cervantes. Con ello se recuperaba la libertad en todo el Mediterráneo central y oriental, lo que, por ejemplo, redujo el mercado de esclavos, en que los árabes habían convertido la ribera africana. En esto de la esclavitud siempre han coincidido mahometanos y progresistas. Recuerden a Voltaire, mercader de esclavos.
Será el Santo Rosario, para hombres y para mujeres, lo que salvará a España. Un país que se reencontrará a sí mismo cuando vuelva a ser 'Tierra de María'
Sí, no se trata de ninguna exageración: el musulmán siempre ha esclavizado al negro y sus peores y más sangrientas correrías -ayer y hoy- las ha perpetrado en África. Hoy, Mohamed VI, en nuestro ahora amiguísimo Reino de Marruecos, continúa utilizando a los hombres de raza negra, desesperados en su miseria, para lanzarlos como balas humanas contra Ceuta, Melilla, Canarias y otros territorios españoles que considera suyos, actitud alentada por la cobardía inmensa de Pedro Sánchez. Ni que decir tiene que ningún africano del sur del Sáhara quiere quedarse en Marruecos: lo que quiere es pasar a España en busca de una vida mejor.
Hoy, la actitud cobarde de Pedro Sánchez frente al Islam permite que Mohamed VI mantenga la actitud esclavista de utilizar a los desesperados de raza negra como balas humanas contra España
Volvamos a Lepanto. El Papa Pío V rezaba el Santo Rosario mientras Juan de Austria combatía en el mar griego. De ahí que el 7 de octubre se convirtiera en Nuestra Señora del Rosario, festividad litúrgica del día de hoy. España, siempre 'tierra de María', detuvo, espada en una mano y rosario en la otra, la invasión musulmanas de Europa en la propia península, a partir de Covadonga, otra batalla olvidada por el progresismo imperante, y por mar, en Lepanto. El otro punto en el que en su día se libró la batalla por la libertad en Europa fue Viena, donde la caballería polaca, otro pueblo mariano, consiguiera detener lo que parecía imparable penetración del Islam en Centroeuropa.
Pero, miren por dónde, España no celebra, como hacen todos los pueblos, sus victorias militares, incluso las más justas, como fue la de Lepanto, mientras golpea el prestigio de sus jefes militares, como Juan de Austria.
Y si no se admira nuestro pasado, que tiene mucho de bueno, cómo hacer nuestro presente. ¿Con feminismo y sostenibilidad? ¿Con aborto y bienestar animal? No me hagan reír.
Si no se admira nuestro pasado, que tiene mucho de bueno, cómo hacer nuestro presente. ¿Con feminismo, género y sostenibilidad? ¿Con aborto y bienestar animal? No me hagan reír
Por eso, asegurar algo tan políticamente incorrecto como que la salida a la postración actual de progresismo viscoso que caracteriza a España es el rezo del Santo Rosario y volver a enorgullecerse de nuestra historia, resulta risible en nuestros actuales centros de poder. Pero es cierto. En cualquier caso, estamos gobernados por los progresistas. Les aseguro que un progre, por ejemplo el señor Pedro Sánchez, no celebrará nunca el aniversario de la Batalla de Lepanto.
Lo dicho: tiempos de progresismo viscoso. Pero que conste que será el Santo Rosario, para hombres y para mujeres, lo que salvará a España. Un país que se reencontrará a sí mismo cuando vuelva a ser 'Tierra de María'.