Observen la manipulación de Ana Blanco, la conductora de telediarios más famosa de España que, con tal de proteger al Gobierno Sánchez, aseguró que la guerra de Ucrania, en lugar de finales de febrero, comenzó en diciembre, cuando ya los precios de los combustibles andaban disparados. Sería un error del escribano... ¿o no? 

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Pero más importante que la subida del precio de los combustibles o los parches de Moncloa para taponar la sangría -una nueva operación de propaganda sociopodemita-, lo relevante es la manipulación en sí... que en una era de la manipulación vivimos, donde se nos exige demostrar que la hierba es verde.

La energía más importante es la hidroeléctrica, luego la nuclear y, finalmente, las renovables

Por lo general, a la manipulación hay que combatirla con la obviedad:

La energía debe ser, primero, barata, luego, abundante. Es decir, lo que los expertos llaman intensiva. En tercer lugar, sólo en tercer lugar, ecológica.

Ergo, la energía más importante es la hidroeléctrica, que es la más barata; luego la nuclear, la más intensiva y, finalmente, las renovables

¿Que la nuclear tiene un riesgo? Claro. Y si el planeta tierra se desvía un milímetro de su ruta alrededor del sol, el mundo desaparecerá. ¿Y qué? ya sabemos que estamos en manos de Dios, hoy, ayer y mañana.

 ¿Que la nuclear tiene un riesgo? Sí... y si el planeta tierra se desvía un milímetro de su ruta... el mundo desaparecerá. Claro: estamos en manos de Dios, hoy, ayer, hoy y mañana

La vida es riesgo y no puede ser otra cosa que riesgo. ¿Que se pretenden fomentar las renovables? A mí no me gustan los paisajes de molinillos y placas solares pero no voy a entrar en ello. Lo que no admito es que se nos diga que son energías ultranecesarias -falso- y encima se nos engañe diciendo que son baratas. Es que su materia prima es gratuita. Sí, aunque escasa y, sobre todo, producen un mínimo de la energía que necesitamos, a veces ninguna.

Y son tan caras que no se pueden desarrollar en sitio alguno sin subvenciones públicas, es decir, pagadas con el dinero de nuestros impuestos. Y, desde luego, la transición hacia la energía verde no puede hacerse a velocidad de doña Teresa Ribera, cegando el resto de la energías, para primar las verdes, porque eso nos conduce a dos cosas: al colapso y a la miseria.

El talibanismo verde, estilo Ribera, es un peligro, por fanático y por manipulador.