Decíamos que Teresa Ribera está pendiente del doble baile (España y UE), donde Pedro Sánchez le marca el ritmo. Tras el pacto entre populares, socialdemócratas y liberales, que han elegido a António Costa para presidir el Consejo Europeo y a Kaja Kallas como Alta Representante, Ribera se perfila como comisaria de Energía, aunque estará “muy vigilada” por quien presida la Comisión Europea (o sea, por Ursula von der Leyen, que logra repetir en el cargo), el colegio de comisarios y lo que decidan los líderes de los 27 Estados miembros en las reuniones del Consejo Europeo.
Recuerde que Sánchez quiere que Ribera llegue a comisaria europea y en su última -y amable- entrevista en RTVE, mostró su intención de que estuviera “vinculada con la agenda del clima”. En un principio, se decía que Ribera no aspiraría a comisaria de Energía (cargo que ahora ocupa Kadri Simson) sino a lo que un día fue Frans Timmermans, pero desde que este se fue la vicepresidencia del Pacto Verde Europeo la ocupa Maroš Šefčovič y Wopke Hoekstra es comisario de Acción por el Clima. Ahora parece que Ribera sí se perfila como la próxima comisaria de Energía a partir del próximo otoño (en la UE, como en palacio, las cosas van despacio y más tras unas elecciones), aunque estará “muy vigilada”. Además, aún habrá que esperar para ver si el nuevo Ejecutivo comunitario decide tener en cuenta las opiniones del excomisario europeo -y pepero- Miguel Arias Cañete y de la número dos de Ribera, la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, quienes consideran que es un error separar las carteras de Energía y Clima.
Ribera no ha escondido que es una talibana verde al apostar fuertemente por las renovables y es una enemiga de la nuclear por ideología en España, pese a que esta energía genera electricidad sin emitir CO2 y es el mejor complemento de las renovables para luchar contra el cambio climático y garantizar el suministro
El hecho de que Ribera se perfile como la próxima comisaria de Energía no deja de ser curioso e incluso algo contradictorio: la vicepresidenta ecológica no ha escondido que es una talibana verde al apostar fuertemente por las renovables y es una enemiga de la nuclear por ideología, pese a que son muchos los expertos que defienden esta energía porque genera electricidad sin emitir CO2 y es el mejor complemento de las renovables para luchar contra el cambio climático y garantizar el suministro. Su llegada a la Comisión Europea sucedería justo cuando la UE está de vuelta de lo verde y ya no lo ve como algo prioritario, pues ha pasado a primar la defensa y la seguridad, y además apoya a la nuclear. Esta marcha atrás en lo verde se debe a:
- Razones económicas: los planteamientos ecologistas están arruinando la economía, y así lo consideran hasta los mayores fondos de inversión (para BlackRock, bajo las riendas de Larry Fink, ahora lo verde es caro y lo prioritario es buscar la rentabilidad; mientras JP Morgan y Pimco se han dado de baja del Acuerdo de París). A todo esto se suma que dichos planteamientos tan verdes están arruinando la competitividad europea, frente a EEUU y China. De hecho, el informe elaborado por Enrico Letta va precisamente en la línea de impulsar dicha competitividad y por lo que se ha avanzado hasta ahora, parece que también lo hará el informe que tiene como autor a Mario Dragui.
- Razones bélicas: Europa está en guerra, pues continúa el conflicto en Ucrania, y para Von der Leyen se ha convertido en prioritario que el viejo continente se defienda a sí mismo y que se apueste por la industria de defensa europea. Al mismo tiempo, han cobrado relevancia aspectos como la seguridad de suministro, pasando a ser relevantes los conceptos de autonomía y/o soberanía energética, es decir, que Europa se abastezca de energía a sí misma y dependa cada vez menos de terceros.
En el entretanto, Ribera insiste en su cruzada contra la nuclear en España, eso sí, no en el resto de la UE. La última muestra se puede ver en el Consejo de Ministros de este martes 25, pues se ha aprobado la subida de la tasa Enresa a 10,36 euros por megavatio-hora (MWh) a partir del próximo 1 de julio, como informa el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Es decir, un incremento del 30% de dicha tasa, frente al 40% que Ribera pretendía en un principio, aunque a Foro Nuclear seguía sin gustarle y presentó alegaciones. La asociación que representa a la industria nuclear española y preside Ignacio Araluce subrayó que cuando el Gobierno Sánchez acordó el calendario de cierre progresivo de centrales nucleares entre 2027 y 2035 con sus propietarias (Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP) se pactó subir como máximo un 20% la tasa Enresa, que en sus actuales 7,98 euros/MWh supone el pago de 450 millones de euros anuales. Asimismo, Foro Nuclear alegó contra el incremento del coste que se recoge en el séptimo Plan General de Residuos Radioactivos (PGGR) aprobado, pues se debe a la falta de consenso entre las diferentes instituciones involucradas y, por tanto, cree que en ningún caso debería imputarse a las centrales.
No hay que olvidar que la tasa Enresa es sólo uno de los numerosos, cuantiosos y redundantes impuestos que afronta la nuclear en nuestro país. De hecho, paga 25 euros/MWh, lo que supone el 35-40% de sus ingresos totales en impuestos. En concreto, hasta ahora, abona entre 10 y 12 euros/MWh en impuestos nacionales, locales y tasas; entre 5 y 6 euros/MWh en impuestos autonómicos; y 8 euros/MWh en la tasa Enresa (que en unos días pasarán a ser 10,36 euros/MWh). Recuerden que en noviembre de 2022, en su entrevista con Hispanidad, Araluce refirió que “pagamos por cada megavatio que producimos 8 euros para Enresa en gestión de residuos y desmantelamiento futuro, y unos 15-17 euros/MW de impuestos, de los cuales algunos son autonómicos y redundantes”, y también destacó que “en Francia las centrales pagan unos 4 euros/MWh en impuestos. Si a nosotros nos bajaran los impuestos, la energía nuclear sería más barata”.
En paralelo, Enresa (que es una empresa pública propiedad de la SEPI) ha iniciado el proceso de licitación de los servicios de ingeniería para el desmantelamiento de la central de Almaraz con un presupuesto de 28 millones de euros, según recoge la Plataforma de Contratación del Estado. Los dos reactores de la central extremeña son los primeros cierres (en 2027 y 2028, respectivamente) del calendario, mientras el PP, por fin, defiende la energía nuclear y ahora exige ampliar la vida de las centrales y evitar sus cierres. Por su parte, el Ayuntamiento de Almaraz ha convocado a la población de la zona el día 29 para exponer el impacto que tendría el cierre de la central.
Y por cierto, no hay que olvidar la doble vara de medir de Ribera con la nuclear. En España la asfixia a impuestos y quiere cerrarla sí o sí. Mientras en el resto de la UE ha tenido que tragar que esta energía se incluyera en la taxonomía verde, en la mini-reforma del mercado eléctrico y en la Ley de Industria Net Zero, e incluso forma parte de las que pueden recibir financiación del Banco Europeo de Inversiones (BEI) que ahora preside Nadia Calviño.