Como Julio César, el Gobierno español corre presuroso en socorro del vencedor y se ensaña con el perdedor, que en este momento es el tenista Novak Djokovic, expulsado de Australia como si fuera un criminal, por negarse a vacunarse.
El lunes, Pedro Sánchez aseguraba, tajante, aunque "sin intentar polemizar", que Novak Djokovic tiene que cumplir las normas. El prócer aparentaba enfrentarse al número uno del mundo, cuando lo cierto es que ahora mismo el número uno es el deportista más vencido y humillado del planeta, al que cualquier mezquino puede permitirse pisotear.
Ignacio Garralda, presidente de Mutua, no podrá mantenerse al margen, tras la andanada de Isabel Rodríguez. A fin de cuentas, es el principal patrocinador
El martes, su ministra portavoz, Isabel Rodríguez, repetía la gran hazaña y se apuntaba a la masacre del derrotado, incluso dando un paso más: "Lo que tiene que hace el señor Djokovic, es vacunarse". ¡Palabra de Isabel!
Al igual que Sánchez, la ministra portavoz ponía como ejemplo de deportista a Rafael Nadal, otro que, en el ocaso de su carrera, ha mostrado todo su rencor a quien le ha superado en la pista, lo que le ha valido ser utilizado por los gobiernos de Australia y España. ¡Enhorabuena Rafa!
Tanto es así que Nadal ha tenido que dar marcha atrás cuando ya el serbio estaba hundido, "deseándole lo mejor". ¡Qué bajo ha caído el balear esta vez!
Ahora bien, la normativa dice que Djokovic, aunque se niega a vacunarse y se está jugando toda su carrera, puede participar en el Open Mutua Madrileña sin estar vacunado.
La legislación española no obliga a vacunarse a los deportistas de alto nivel que vengan a España a disputar un torneo, aunque les obliga a hacer los test correspondientes.
Sorprende la pleitesía que los españoles de hoy rendimos al pensamiento único global
Lo que ocurre es que un Gobierno tan cobardón como el de Sánchez se aprovecha ahora del macabro triunfo australiano sobre Djokovic para cebarse con el vencido.
Al mismo tiempo, Ignacio Garralda, presidente de Mutua, no podrá mantenerse al margen, tras la andanada de Isabel Rodriguez. A fin de cuentas, es el principal patrocinador del torneo madrileño. Si pone difícil la participación de Djokovic, en el futuro podría arrepentirse.
Sorprende la pleitesía que los españoles de hoy rendimos al pensamiento único que, al final, consiste en eso: en correr presuroso en socorro del vencedor.