Antes que un ególatra, o quizás por ello, Pedro Sánchez es un profanador. No me refiero a que haya profanado la tumba de Franco, que también, sino que su forma de actuar, de hablar y de gobernar, es la propia de un profanador. Profanador no es el que revoca los hechos y los objetos sino que, además, revoca los principios: profanador no es el que proscribe el derecho a la vida sino el que enaltece el derecho al aborto.
La profanación es una deriva más de la blasfemia contra el Espíritu Santo: la clave del siglo XXI
El buen profanador profana a los muertos, a los de un bando no a los de otro, porque no busca justicia sino profanación. El buen profanador profana los principios y las convicciones, propios o ajenos, y dice que la verdad es mentira y la mentira verdad, que lo bueno es malo y lo malo es bueno. Una vez que ha entrado por esa senda, no hay macha atrás.
Ahora bien, decir esto suena un tanto raro. Y es que la gran victoria del Nuevo Orden Mundial (NOM), más conocido como progresismo, consiste en que la mayoría entienda que todo lo que huela a cristiano es “facha” o “ultra”. Esto ayuda mucho a la profanación porque muchos no creerán que están insultando a Cristo sino a los ultras. Por eso suena tan raro decir que Pedro Sänchez es el profanador anunciado. Pero lo es.
Es cierto que la profanación como fenómeno del siglo XXI no es obra de un hombre sino de todo un pueblo, del pueblo español. Sánchez sólo es símbolo individual de una profanación general. Todos somos culpables
Resumiendo: no caigamos en el fatalismo español, nada peor que el determinismo que hace realidad los temores incluidos aquellos que no existen. ¿Tenemos que tragar con Sánchez, el profanador, por otra legislatura? Yo creo que no. Y menos quejumbrosidad: Sánchez no es invencible aunque es algo peor: es el profanador esperado.
Cuidado con esto. La profanación es una deriva más de la blasfemia contra el Espíritu Santo: la clave del siglo XXI. Es llamar bien al mal y llamar mal al bien, la suprema inversión de valores.
La gran victoria del Nuevo Orden Mundial (NOM), más conocido como progresismo, consiste en que la mayoría entienda que todo lo que huela a cristiano es “facha” o “ultra”. Esto ayuda mucho a la profanación porque muchos no creerán que están insultando a Cristo sino a los ultras
Es cierto que la profanación, como fenómeno del siglo XXI, no es obra de un hombre sino de todo un pueblo, del pueblo español. Sánchez sólo es símbolo individual de una profanación general. Todos somos culpables. Insisto: profanación de tumbas y profanación de principios, hasta el punto de que muchas convicciones profundas de hace unos años se han convertido en risión de ahora mismo. Nada importa, nada, ergo, el hombre tampoco.
Cuidado: es cierto que la profanación, como fenómeno del siglo XXI, no es obra de un hombre sino de todo un pueblo, del pueblo español. Sánchez sólo es símbolo individual de una profanación general. Todos somos culpables.