Este viernes se ha conocido un nombramiento dentro del Gobierno Sánchez del que se han hecho eco sus portavoces mediáticos oficiales (RTVE, El País y Agencia EFE) y muchos otros medios, y que ha sido confirmado por Moncloa a RTVE, naturalmente. Se trata del relevo de Teresa Ribera (55 años): se ha elegido a Sara Aagesen (48 años), que hasta ahora era su número dos, como nueva vicepresidente tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El sector energético español aplaude el ascenso de Aagesen, pero le preocupa que Joan Groizard, tan talibán verde como Ribera o más, ascienda a secretario de Estado de Energía.
El nombramiento de Aagesen lleva algo de sorpresa por algunos motivos. Primero porque decíamos que Ribera no iba a dejar una silla (la que tenía aquí) hasta no tener asegurada otra (la de vicepresidenta europea), algo que había llegado a enfadar bastante a Pedro Sánchez, así como que no haya ayudado con el tema de la trágica DANA. Tras comparecer en el Congreso de los Diputados y en el Senado, Ribera tiene el visto bueno de las comisiones competentes de la Eurocámara para ser vicepresidenta ejecutiva de la Comisión europea y por tanto, número dos de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y ya hay acuerdo entre populares, socialdemócratas y liberales europeos para permitir que la española sea vicepresidenta europea de Transición Justa, Limpia y Competitiva, así como responsable de Competencia. Eso sí, hasta la próxima semana no se votará en pleno de la Eurocámara el conjunto del Ejecutivo comunitario… para que empiece a funcionar el 1 de diciembre. Aunque el refrán español dice que hasta el rabo, todo es toro, esta vez parece que no habrá sustos. El paripé del PP ha quedado en nada y más bien en ridículo: los de Alberto Núñez Feijóo querían vetar a Ribera y de hecho, parece que seguirán votando en su contra… o se abstendrán, pero no lo hará el resto del Partido Popular Europeo (PPE). Este último ha acordado con socialdemócratas y liberales que aceptará a la talibana verde... y el PSOE tragará con Raffaele Fitto, el candidato a vicepresidente de Giorgia Meloni que también apoya el PPE, y con Olivér Várhelyi, comisario enviado por Viktor Orbán. Por cierto, en la carta de misión de Ribera se ha incluido el compromiso de dimisión si resulta culpable por su papel en la trágica DANA,... pero no tiene validez jurídica.
Aagesen es una ingeniera química especializada en medio ambiente que trabaja en la Administración Pública desde 2002, pasando por la Oficina del Cambio Climático y el Ministerio que lideraba Ribera
Volvamos a España y al nombramiento de Aagesen como sustituta de Ribera porque sorprende también que no se haya elegido al candidato que esta última quería: Joan Groizard, director general del IDAE, que es tan talibán verde como ella o más, también odia la energía nuclear y no es fácil de tratar, pero es influyente y Ribera le había concedido el control sobre los fondos europeos. Esto último sí que preocupa al sector energético, así como que se convierta en el nuevo secretario de Estado de Energía. Tampoco se ha elegido al relevo entre el nutrido grupo de candidatos que se postulaban: Arturo Gonzalo, CEO de Enagás; Beatriz Corredor, exministra, amiga de Sánchez y presidenta de Redeia (antes Red Eléctrica); la catedrática e ideóloga verde Natalia Fabra; Manuel de la Rocha, director de la Oficina Económica de Presidencia y que aspiraba a ser ministro, tras su militancia socialista, aunque es el menos radical y el menos centrífugo.
Sánchez ha decidido optar por un cambio mínimo dentro del Gobierno al elegir como relevo de Ribera a su número dos: Sara Aagesen. Esta ingeniera química especializada en medio ambiente, nacida en Madrid en 1976, trabaja en la Administración Pública desde 2002, cuando entró en la Oficina del Cambio Climático, tres años antes de que Ribera fuera nombrada directora de la misma. Desde entonces, Aagesen es negociadora para la delegación española en la Comisión Marco de la Organización de Naciones Unidas contra el cambio climático y miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). En junio de 2018, con la llegada de Sánchez a Moncloa y de Ribera al Ministerio de Transición Ecológica, dejó la Oficina del Cambio Climático al ser fichada como asesora del Departamento de Ribera para coordinar y definir el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), aunque la última palabra y el mando de verdad en el asunto recaía en Ribera. A mediados de enero de 2020, Aagesen ascendió a secretaria de Estado de Energía, como sustituta del cesado José Domínguez Abascal.
En diciembre de 2015, Aagesen definió el Acuerdo de París como “histórico, ambicioso y universal”, y en mayo de 2019, señaló que “en el futuro no veo a nadie que gobierne frenando las renovables”. Es cierto que ha defendido la lucha contra el cambio climático y las energías renovables, pero es menos talibana verde que Ribera, aunque ha tenido que respaldar sus postulados al estar bajo su mando estos años. Por ejemplo, llegó a despreciar la bronca de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) a España por el calendario de cierre de centrales nucleares y omitió la energía nuclear en más de un discurso, hablando sólo de renovales. Eso sí, al mismo tiempo hablaba de acelerar la transición energética por “la crisis climática” y para ello defendía “precios más asequibles y más cercanos a los costes de generación”, pero prescindir de la nuclear provocará una subida del precio de la luz, mayor uso del gas, así como incremento de las emisiones de CO2. De hecho, así lo ha referido recientemente Fedea. Y ojo, días después, Jordi Sevilla, el exministro socialista y expresidente de la antigua Red Eléctrica, que ahora trabaja en LLYC, ha advertido que cerrar las nucleares es un riesgo “muy elevado” para el suministro eléctrico y ha pedido extender su vida útil.
Aagesen es más moderada que Ribera (conocida como la ‘sandía’, verde por fuera y roja por dentro) y se entiende con todo el mundo dentro del sector energético por su capacidad para dialogar, aunque siempre ha respetado a su superiora. Es cierto que proviene más del medio ambiente, pero a lo largo de los años ha aprendido mucho de energía. Por tanto, como nueva responsable de la Vicepresidencia tercera y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, no cabe esperar que rompa con todo el legado de Ribera ni con un PNIEC con objetivos imposibles de cumplir en cuya elaboración ha participado, pero sí se mostrará dispuesta a hablar con el secto energético y podría optar por hacer una prórroga de las centrales nucleares españolas... al hilo de las numerosas advertencias que han llegado (AIE, Fedea, Jordi Sevilla, Foro Nuclear, la Sociedad Nuclear Española y otros muchos expertos) y del renacimiento que la energía nuclear está viviendo en el mundo, incluida Europa, y para no repetir el inmenso error de Alemania (cerró sus nucleares, pese a que generan electricidad sin emitir CO2, y ahora usa mucho más gas y hasta carbón, disparando el precio de su energía y las emisiones).
Sin embargo, al sector energético español le preocupa que se pueda nombrar a Groizard, que es ingeniero en Energía y Medio Ambiente, como nuevo secretario de Estado de Energía. Respecto al secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, hay menos inquietud porque no controla los fondos europeos, pero tampoco es querido: se le conoce como “el comisario” por ser el hombre del partido en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Eso sí, a pesar de que Ribera mencionó a Morán en sus comparecencias en el Congreso y en el Senado el pasado miércoles 20, ante las críticas del PP por su ausencia ante la trágica DANA, conviene recordar que cuando sucedió la DANA el pasado 29 de octubre, Morán estaba en Colombia en una cumbre ecologista.