El refrán español dice que cuando el río suena agua lleva y se rumorea cada vez más que Teresa Ribera se marchará a Europa. Lo hará para ser comisaria y ojo, porque para ello no hace falta que vaya en las listas que presentarán los partidos a las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán del 6 al 9 de junio.
España tiene derecho a un comisario: en la presente legislatura europea cuenta con Josep Borrell en el cargo de alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. La primera candidata a futura comisaria era Nadia Calviño, si se frustraba su llegada a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI), pero esto le ha salido bien. También hay que tener en cuenta que la vicepresidenta ecológica tiene prestigio en la UE y allí lidera la lucha contra el cambio climático, pues, por ejemplo, nuestro Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) es el más ambicioso de Europa. Por tanto, Ribera es una candidata tanto para comisaria de Energía (cargo que ahora ostenta la estonia Kadri Simson) como de Acción por el Clima (silla que ocupa el neerlandés Wopke Hoekstra, tras la marcha de Frans Timmermans).
Ribera tiene buena carta de presentación en la UE. Primero, pues sacó adelante el llamado timo ibérico (oficialmente, excepción ibérica) que llevó a pagar menos por el gas, aunque no fue gratis: está pendiente el tema de la compensación a los productores de ese gas topado. Segundo, por la reforma del mercado eléctrico se ha aprobado mientras España ocupaba la presidencia rotatoria y esto tiene más peso que el hecho de que haya sido más bien reformista, no haya tenido muy en cuenta las ideas principales de la propuesta de nuestro país y haya valorado a la energía nuclear.
Eso sí, Ribera se puede apuntar el tanto de haber logrado poner de acuerdo para dicha reforma a Francia y Alemania: el país de Emmanuel Macron defendía que hubiera una compensación para la energía nuclear, mientras el que preside Olaf Scholz se negaba porque sino la industria gala podría ser más competitiva que la germana. Al final, Alemania cedió a que la nuclear pudiera beneficiarse de los nuevos contratos mayoristas: los contratos por diferencia en la compraventa de electricidad a largo plazo, donde se acuerda un precio y después se devuelve la diferencia si dicho precio ha sido mayor o menor al previsto y pactado. Eso sí, lo hizo a cambio de que la compensación se considerara ayuda de Estado (la cual contabiliza para el déficit público) y que debiera ser aprobada por la Comisión Europea.
Tras la salida de Calviño al BEI, Pedro Sánchez nombró vicepresidenta primera a María Jesús (Marisu) Montero, lo que hizo que siguiera cobrando fuerza el rumor de que Ribera se vaya a Europa. Es más, la propia Marisu ha destacado “el crecimiento a nivel político” de Teresa Ribera... a pocos meses de las elecciones europeas. ¿Casualidad? Por supuesto que no si uno recuerda al poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán Friedrich Schiller, quien defendía que las casualidades no existen.
Y por supuesto, el dinero tampoco es baladí. A sus 54 años, Ribera pasaría de cobrar 79.415 euros anuales como ministra a 310.992 euros brutos como comisaria. Es decir, 3,9 veces más. Asimismo, hay que tener en cuenta que los comisarios reciben una pensión vitalicia a partir de los 65 años, la cual no podrá exceder el 70% del sueldo que tenían como comisarios. Y encima, tendría una vida de eurócrata en Bruselas. Además, en Bruselas, Ribera no ha demostrado tanta soberbia como en España... e incluso con mucha hipocresía eco-socialista ha llegado a aplaudir y aceptar la nuclear. Eso sí, aquí se empeña en cerrar las nucleares y sólo vivir con renovables. ¡Prepárense para apagones!