Los expertos aseguran que, en España, la economía no gana elecciones. Pedro Sánchez piensa que sí, siempre que se convenza al elector desinformado de que vive en una Arcadia feliz, cuando está viviendo del señuelo que tendrá que pagar más pronto que tarde y cuando las malas noticias se convierten en "positivas" como asegura Nadia Calviño que debemos escribir los periodistas: sólo noticias positivas que, mientras ella esté al frente de la política económica, seguramente deberán ser todas.

Algunos ministros, como la titular de Defensa, piden a Sánchez que supere sus obsesiones contra Ayuso: podría provocar un efecto 'boomerang'

La economía española no va muy bien, va muy mal. Encima, camina por un plano inclinado: es decir, cada vez irá a peor si no se produce un giro, y deberá ser radical, de la política económica del Sanchismo: giro hacia la reducción de lo público y hacia la resurrección de lo privado pero, sobre todo, primando lo pequeño y conteniendo lo grande. Justo lo contrario de lo que hace Sánchez.

Porque, vamos a ver: ¿de dónde sale el dinero con el que Sánchez compra su voto cautivo y evita el estallido social que le espera el día en que su artificio estalle? Pues sale de la deuda pública, que ha aumentado, más que ningún otro país de Europa, en más de 300.000 millones de euros desde que en diciembre de 2019 el gobierno socio-podemita gestiona las cuentas públicas. Eso significa 5 puntos más (hasta el actual 113% del PIB) con un gasto público que camina hasta el 50% del PIB... sencillamente, una burrada insostenible.

Sánchez ha engañado a los catalanes pero ha creado un aliado-monstruo que cada día le pesa más a la hora de ganar el voto de centro. Lo de la moderación del PSOE frente a la ultraderecha de Vox y de Feijóo... ya no cuela

Pero el cinismo es la marca de fábrica de este Gobierno, así que ahí tienen al trío Sánchez-Calviño-Díaz pugnando por lograr las más altas cimas de cinismo, asegurando que España ha cambiado gracias a su genialidad, de tintes históricos, naturalmente. El lema del Sanchismo en la recta final de legislatura es ese: todo vale. Una pieza clave de esta formulación es el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés, quien se encuentra a sus anchas en este cinismo institucional, donde vale todo porque todo es necesario para mantenerse en el poder: mentira, sectarismo y rencor, mucho rencor.

Veamos: como digo, en economía Sánchez miente 'a órdago': ha disparado el gasto y la deuda públicos... mientras afirma que todo va bien. Sólo espera que España no quiebre antes de las próximas generales. El resto no importa.

Otro sí: algunos ministros, como la titular de Defensa, Margarita Robles, y algunos presidentes regionales, como Lambán o Page, le suplican a Sánchez que supere sus obsesiones contra la madrileña Díaz Ayuso: podría provocar un efecto 'boomerang' contra el PSOE. Él piensa que no.

La única esperanza de Sánchez está en seguir mintiendo sobre economía y en la poquedad de Feijóo

Los aliados de Sánchez: el presidente presume de haber engañado a los indepes catalanes pero lo que ha creado es un aliado-monstruo que cada día le pesa más a la hora de ganar el voto de centro. Lo de la moderación del PSOE frente a la ultraderecha de Vox y de Feijóo... ya no cuela, dado que el vive, desde hace cuatro años, en un tripartito socialista, comunistas y separatista, al que, como ya hemos dicho en otras ocasiones: sólo une su común cristianofobia.

Conclusión: la única esperanza de Sánchez está en seguir mintiendo sobre economía, y sorbe todo lo demás, Doñana incluida, y en la poquedad de Feijóo. Este último factor es muy importante. Aún así, a pesar de su levedad, el pepero vence al socialista en las encuestas.

2023 es el año en que vale todo con tal de ganar, es el año de la mentira.