Decíamos ayer, e insistimos hoy, que no serán Feijóo ni Abascal los que salven a España, sino aquellos que rezan el rosario en la calle Ferraz, amenazados por la policía, porque son los que han puesto las cosas en su sitio y dado sentido a las protestas: no combatimos a Sánchez por rojo -ojalá- sino por progre, porque se ha convertido en un auténtico profanador de la cultura católica de España.

Y sería bueno que Santiago Abascal volviera a Ferraz, no para manifestarse por la unidad de España y contra la ley de amnistía sino para rezar el Santo Rosario. Si no sabe hacerlo, no pasa nada: ya le enseñamos.

No se engañen: esta Constitución lo admite todo. Así que es posible que el Sanchismo gane la batalla jurídica de la Ley de Amnistía

Dos consecuencias positivas más de este gesto: demostraría que Vox no es un partido ultra sino un partido católico, al tiempo, y esto es más relevante, que volvería a ubicar a Cristo en la sociedad española, incluso, sí, como factor 'político' en el sentido de que el ideario cristiano volviera a entrar en el terreno político del que ha sido expulsado y en el que ha sido ninguneado primero y vituperado después.

¿Se imaginan ustedes al presidente de Vox, rezando el rosario ante el Santuario al Inmaculado Corazón de María, vecino de la sede central del PSOE, en la madrileña calle Ferraz? A fin de cuentas, es un converso a la fe y resulta que los católicos españoles, en esta Tierra de María, solemos rezar el rosario.

Mientras tanto, entre tanta reivindicación espuria de la Constitución de 1978 no puede pasar inadvertido que el Tribunal Supremo ha decidido no suspender cautelarmente la Ley de Amnistía. Sin entrar en los fundamentos de derecho de esta decisión de la Sala Penal del TS, que lidera Manuel Marchena, se ratifican dos cosas: que en la Constitución del 1978 cabe todo y que sólo se sostiene en pie porque ha guardado el espíritu de concordia nacional de la Transición democrática y que ahora Sánchez ya tiene la constatación de que puede hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera.

Lo malo de la amnistía no es lo que hace sino por qué lo hace: para que Sánchez continúe en su poltrona monclovita. Esto refuerza la idea de que el líder de la progresía española de izquierda puede hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera. La marca del Sanchismo es la impunidad

La marca del Sanchismo es la impunidad y los jueces lo tienen difícil para luchar contra un fraude de ley: los jueces juzgan hechos, no intenciones... salvo en los delitos de odio, la perversidad jurídica de nuestro tiempo. Y cuando juzgan intenciones suelen ser injustos.

Y esto quiere decir que la Ley de Amnistía no es sólo es mala porque bordee la Constitución, si es que no la conculca de forma directa, sino el porqué se produce: porque Sánchez necesitaba los siete votos de Junts para mantenerse en Moncloa, una vez que decidió no pactar con el PP. No se trata de la cuestión sino de la causa de la cuestión. Recuerden. En el reino sanchista reina el cinismo y hay que reconocer que los jueces poco pueden hacer con el cinismo, factor externo a la letra e incluso al espíritu de las leyes.

Por cierto, olviden el tópico de que Manuel Marchena sea un juez de derechas: no lo es. Y, además, eso no tiene por qué ser malo.