Viví en Pamplona cinco años de carrera universitaria, entre 1977 y 1982. Años duros de violencia terrorista en el Pais Vasco y Navarra, que aún serían peores a lo largo de la década de los años ochenta y noventa del pasado siglo. Pero ya entonces, escuchaba el mismo lamento: “Los primeros que sufrimos los atentados de ETA somos los vascos”. Era la disculpa de un pueblo acobardado -los proetarras tenían tomadas las calles- con un síndrome de Estocolmo que les llevaba a la equidistancia entre verdugos y víctimas.
Por supuesto, pocos vascos aceptaban su responsabilidad en los asesinatos, aunque fuera responsabilidad por omisión.
La reacción del PNV en general y de Íñigo Urkullu ante el ‘arrepentimiento’ de Otegui me ha recordado esa actitud de muchos vascos. Naturalmente, Otegui fue un terrorista, es decir, un homicida, Urkullu no, pero Urkullu forma parte de un partido cuyo líder, Arzalluz, aseguraba que “unos menean el nogal y otros recogemos las nueces”. Pues eso.
Sí, los vascos también fueron culpables de los asesinatos de ETA. Tenían miedo y alabaron al verdugo mientras humillaban a las víctimas. Lo que Urkullu le exige ahora a Otegi debió exigírselo mucho antes.
Hay otra consecuencia de las palabras del líder batasuno, hoy Bildu, de petición de perdón que, insisto, valoro positivamente aunque sin alharacas, por lo que tiene de hipocresía: tras el ‘arrepentimiento de Otegui, Sánchez fracasa en su obsesión por aparecer ante los españoles como un moderado. Ya no cuela. Quiere a los de Bildu en el Congreso y eso es algo que ni el Juan Español más despistado puede contemplar sin cierto estupor: ¿Te alías con esta gentuza, Pedro?, clamarán muchos.
El viaje del Sanchismo al centro, decretado en el Congreso de Valencia, también choca con su alianza con Podemos: ¿Socialdemócratas en coalición con comunistas? Demasiado, ¿no?
El viaje del Sanchismo al centro también choca con su alianza con Podemos: ¿Socialdemócratas en coalición con comunistas? No cuela
En cualquier caso, los vascos también fueron culpables de los asesinatos de ETA. Mientras no lo acepten, su redención como pueblo seguirá pendiente, porque se fundará en una mentira. El vasco deberá aceptar que colaboró con ETA con su cobardía, con su silencio, de la misma forma que el PNV debe aceptar que resultó el más favorecido por la violencia etarra. El síndrome de Estocolmo de los vascos debe ser superado 10 años después de los últimos actos terroristas.