Fernández y Fernández, Alberto y Cristina, gobiernan un país como Argentina, injusto sí, y hasta un poco degenerado, pero que poseía impronta cristiana. Con el esfuerzo mancomunado de ambos peronistas, esto es, a bofetada limpia entre ellos por el poder pero con unificada tendencia hacia el precipicio, han conseguido hacer de Argentina un país cristófobo y del que, en consecuencia, está desapareciendo cualquier rastro cristiano e hispano. Ergo, un país menos libre y más injusto.

La pobreza, o la desgracia, debe ser comprendida e incluso ayudada, pero no puede convertirse en un mérito del que exigir, además, recompensa y servidumbre, a cargo del vecino

Lo primero, lean el documento de Notivida, la formidable agencia argentina de noticias. Si la Ley del Sida continúa adelante, y ya ha sido aprobada en el Congreso argentino, con escasos diputados en contra, el enfermo de sida podrá jubilarse a los 50 años y hasta entonces, cobrar una pensión no contributiva.

La verdad es que si te jubilas a los 50, la otra pensión, la contributiva, tampoco resultará muy contribuyente, pero dejemos eso. Toda ayuda a quien está pasándolo mal debe ser estudiada, aún en el caso de que suponga -y en este caso, lo supone- una carga extra para el resto de contribuyentes. No digo aprobada pero sí estudiada.

Lo que llevo peor es que al enfermo por vía de transmisión sexual se le convierta en un héroe marginado por los no enfermos que, encima, están obligados, coercitivamente, por ley, a financiarle. La aclaración de Notivida resulta pertinente: el proyecto de ley argentino asegura que el problema es nuestro, no suyo. Pues no, mire usted: el responsable del sida no es el que no está afectado por el sida. Lo de siempre: la pobreza no es un mérito.

Es la eterna contradicción del progresismo, la ideología del Nuevo Orden Mundial (NOM) o pensamiento imperante: soy libre para evitar el bien pero no las consecuencias que conlleva actuar mal.

Por una parte reniegas de la olvidada vieja ley moral, por otra te niegas a aceptar las consecuencias de esa abjuración.

Lo que olvida el progresismo es que el hombre es libre para hacer lo que quiera, y eso es maravilloso… pero no es libre para evitar las consecuencias de sus actos libres

Concretando: la pobreza, o la desgracia, debe ser comprendida e incluso ayudada, pero no puede convertirse en un mérito, del que exigir, además, recompensa y servidumbre... a cargo del vecino.

Y tampoco se puede negar la realidad. Una evidencia científica que la ley argentina o cualquier otra actitud progre ante la enfermedad, prohibe ni tan siquiera expresar (verbalizar, como se dice ahora) es la relación entre sida y prácticas sexuales que atentan contra la moral cristiana. La relación entre sida y homosexualidad por ejemplo, es tabú: no se puede ni mencionar aunque ese trate de una ‘evidencia científica’, sin arriesgarte a ser condenado por un delito de odio (en España, hasta cuatro años de cárcel). 

Lo que olvida el Nuevo Orden Mundial (NOM), que aspira a ser un Nuevo Orden Moral, es que eres libre para arrojarte al abismo pero no para evitar las consecuencias de tu decisión: terminar descalabrado

En resumen, lo que olvida el progresismo es que el hombre es libre para hacer lo que quiera, y eso es maravilloso… pero no es libre para evitar las consecuencias de sus actos libres. Lo que olvida el Nuevo Orden Mundial (NOM), que pretende ser un Nuevo Orden Moral, es que eres libre para arrojarte al abismo pero no para evitar las consecuencias de haberte arrojado: terminar descalabrado, allá en el fondo. Todo el pensamiento cristiano se enraiza en esto: el hombre es libre para pecar pero no para evitar las consecuencias del pecado.  

Por tanto, ¿ayudar al sidoso? Sí, porque sufre. Pero ser sidoso no es un mérito. Por tanto, la ayuda debe ser solicitada y agradecida, no exigida. Especialmente, cuando tú eres el responsable de tu situación.  

Otrosí: el cuerpo principal de las ayudas públicas debe ir dirigido a quienes sufren una necesidad por razones naturales. El ejemplo típico es el del sostenimiento de los menores. El menor, por naturaleza, no por voluntad, por condición natural, no por decisión personal, necesita ser mantenido y ayudado.

La nueva ley argentina sobre el sida es una ley de corte y tono progres. Es decir: la culpa de mis actos la tiene el otro y, además, debe pagarme por ello. Ojo, y no levantes la voz o irás a la cárcel por delito de odio.