Si el color de los ecologistas es el verde y el de los comunistas el rojo, el de los progresistas es el marrón. Me explico: es como la diferencia existente entre lo honrado y lo honesto. Ya saben: lo honrado es lo que ocurre de cintura para arriba; lo honesto, de cintura para abajo. Y de cintura para abajo es cuando entramos en el color marrón, en seguimiento del famoso dicharacho.
-María, ¿cómo me pongo los calzoncillos?
-Pues como siempre: lo amarillo por delante y lo marrón por detrás.
Ninguna grosería. Hablo de cromatismos y lo de Alberto y Cristrina, Fernández y Fernández, tiene color marrón porque la bandera del progresismo debe ser, por fuerza, de color marrón, Si queremos dulcificarlo, beige. De ahí no paso.
El gran obispo emérito Héctor Aguer se ha convertido en la conciencia colectiva de la República argentina
Bueno, pues resulta que el gobierno argentino de los Fernández, encima, ha llegado tarde al progresismo, afortunadamente, Argentina era uno de los pocos países que aguantó la acometida del aborto, con una vicepresidenta, Cristina Fernández, que ya entonces era ladrona y victimista pero que, al menos entonces, protegía al más inocente e indefenso, al concebido y no nacido. Ahora, Cristina Fernandez se ha pasado al abortismo, al homosexualismo, al transexualismo y a la ingeniería genética, con armas y bagajes. Respecto al presidente Alberto Fernández, no supo educar a sus hijos, dejó que la ideología de género prendiera en su familia y ahora quiere maleducar a todo el país.
¿Y este panorama argentino tiene solución? Por supuesto, la solución es volver a Cristo. Argentina ha sido un país que ha soportado la acometida del Nuevo Orden Mundial (NOM) y de la Blasfemia contra el Espíritu -esa desagradable tendencia de convertir lo malo en bueno y lo bueno en malo-, porque, a pesar de sus dificultades, como diría Mafalda, a pesar de los argentinos, Argentina mantenía siempre un sustrato: era fiel a sus principios cristianos. Ahora no, quizás porque lo rojo y lo verde acaban provocando lo marrón. Y lo marrón siempre es cristianófobo.
El aborto, inicio de la degeneración argentina, no lo introdujo la izquierdista Cristina sino el derechista Mauricio Macri
Por lo demás, lo rojo es envidia, lo verde es carísimo y lo marrón, deprimente.
Ahora es cuando les pido que se lean el artículo del obispo Héctor Aguer, porque el emérito se ha convertido en la conciencia colectiva de la República Argentina. Y, además de eso, en uno de los pocos argentinos que no han cedido en su libertad. Vamos, que habla sin pelos en la lengua.
Sí, el aborto no fue introducido en Argentina por la izquierda sino por la derecha. Ahora bien: ¿quién ha dicho que no hay progres de derechas, tan marrones y verdes -rojos no- como los de izquierdas? Hablamos de otra cosa.