Se fue Joe Biden a la CNN, o sea a su TV de cámara, para explicarnos que él no dijo -sí lo dijo- que Putin fuera capaz de utilizar su arsenal nuclear. Es más, que cree que no lo hará. Se supone que así pretendía tranquilizar al mundo pero su inconsistencia no hace otra cosa que incrementar la incertidumbre.

Insisto: sí que lo dijo. No sólo dijo que Putin hablaba en serio cuando se refería al uso de sus ojivas nucleares (como cita expresa, por cierto, nunca lo ha dicho él, el presidente ruso ha hecho que lo digan otros) sino que 'Yayoyou' también advirtió que, además, una guerra nuclear táctica, es decir, limitada a un territorio, no es posible. Vamos que en cuanto sale un misil, salen todos los misiles de todos.

El peligro de una guerra nuclear, que siempre será global, existe. Entre otras cosas porque Occidente sigue en su estupidez de expulsar a Rusia y arrojarla en brazos del Oriente. Y resulta que Rusia no es Occidente porque es cristiana, mientras que China o la India no lo son.

Una demostración más de que Europa, que ha abjurado del cristianismo, no sabe vivir sin los principios cristianos que componen sus esencia.

En definitiva, la tarea de Biden, líder de Occidente, no es la de sembrar pánico nuclear sino la de forzar una paz entre Ucrania y Rusia y atraerse no a Kiev hacia Occidente, sino también a Moscú. 

Luego, ya nos preocuparemos de recuperar el Occidente cristiano, para lo cual habrá que prescindir, antes que de Vladimir Putin, de un tal Joe Biden.