El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha impuesto restricciones a las inversiones de empresas y ciudadanos estadounidenses en compañías tecnológicas chinas, principalmente semiconductores, computación cuántica e inteligencia artificial. Y curiosamente esta imposición sigue la estela de una decisión del expresidente y candidato republicano, Donald Trump.
La excusa de la Administración Biden ha sido que los tres sectores citados podrían suponer un riesgo para la seguridad nacional, ya que los chinos podrían utilizar la tecnología estadounidense para, por ejemplo, modernizar sus Fuerzas Armadas. En cualquier caso, la orden ejecutiva podría no entrar en vigor hasta el próximo año.
La orden ejecutiva firmada por Biden no ha sido muy bien recibida por Pekín: "China rechaza firmemente estas restricciones y ha presentado una queja formal a la parte estadounidense”. "Washington busca frenar la inversión estadounidense en China abusando del concepto de seguridad nacional y politizando los asuntos comerciales. Sus verdaderos propósitos son privar a China del derecho al desarrollo y mantener su propia hegemonía. Es pura coerción económica y acoso tecnológico".
La dictadura comunista china añadió: “La medida viola gravemente los principios de la economía de mercado y la competencia justa, daña las normas económicas y comerciales internacionales, interrumpe el funcionamiento las cadenas industriales y de suministro mundiales y daña los intereses de las comunidades empresariales en China, en EEUU e incluso en otros países del mundo”. “China reclama a Estados Unidos que deje de politizar e instrumentalizar los asuntos comerciales y tecnológicos. Washington debe retirar de inmediato esta decisión equivocada y eliminar las restricciones”. "China seguirá de cerca la situación y protegerá firmemente sus derechos e intereses".
Por cierto, todo esto sucede justo cuando el gigante chino ha entrado en deflación tras caer el IPC un 0,3% en julio, su primera contracción en más de dos años.