Lo de Bruselas es de traca. Empecemos por el principio. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no gusta en Europa, es descrito como una fiera salvaje que busca perseguir a la comunidad LGTBI, negacionista, ultra y que va en contra del progreso. Sobra decir que lo único que hace Orbán es defender su Constitución sobre la europea y su soberanía, no estar dispuesto a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados, defender la vida y la familia y ser fiel a sus principios cristianos.
Siguiendo sus principios, el primer ministro húngaro aprobó la «Ley de Protección de la Infancia», que tiene el objetivo de impedir el adoctrinamiento a los menores con respecto a la propaganda LGTBIQ+ y de cambio de sexo, así como la protección contra la pederastia y la pornografía.
A Úrsula no le gustó nada esta ley porque iba contra su rodillo progresista y Orbán respondió de la forma que más pudo molestar a Bruselas: con la democracia. Sometió a referéndum la ley. ¿Resultado? Más del 90% de los húngaros que votaron a favor de la ley de su primer ministro.
Europa y Úrsula enloquecieron, y tomaron medidas por dos vías: judicial y económica. La Comisión Europea llevó a Hungría al Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Según Bruselas, "las autoridades húngaras no han respondido de forma suficiente a las preocupaciones de la Comisión en relación con la igualdad y la protección de los derechos fundamentales, y no ha adoptado ningún compromiso para corregir la incompatibilidad", pese a que el 90% de los húngaros ya votaron. Es decir. no han respondido de manera suficiente y no han adoptado ningún compromiso. Eso o que Bruselas se niega a aceptar la decisión del pueblo soberano y libre de Hungría.
Lo único que hace Orbán es defender su Constitución sobre la europea y su soberanía, no estar dispuesto a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados, defender la vida y la familia y ser fiel a sus principios cristianos
En lo económico, Bruselas, para intentar implantar el pensamiento único, perdón, quería decir valores europeos, en Hungría y a los húngaros decidió abrir un proceso para bloquear los fondos comunitarios que deberían llegar al país, justificándolo en las dudas de Bruselas en materia de Estado de Derecho. Además, iniciaron el procedimiento para congelarles también las ayudas regionales y agrícolas.
En paralelo, este jueves se celebra el Consejo Europeo, donde los líderes deben acordar los fondos para dar ayuda a Ucrania en la guerra y aprobar la apertura de negociaciones para que el país capitaneado por Volodímir Zelenski pueda adhesionarse a la Unión Europea. Orbán se niega, según el húngaro: "Hemos establecido siete condiciones previas e incluso con la evaluación de la Comisión tres de siete no están cumplidas. No hay razón para negociar ahora la membresía de Ucrania". La decisión de Orbán es de vital importancia, puesto que un sólo voto en contra bloquearía todo el proceso.
Pues bien, ¿qué hace Bruselas? Ayer miércoles decide, casualmente, desbloquear parte de los fondos, en concreto 10.200 millones de euros porque, según la Comisión "después de una evaluación exhaustiva y de varios intercambios con el Gobierno húngaro, la Comisión considera que Hungría ha tomado las medidas que se comprometió a tomar".
Decisión que huele a chantaje, pero es que encima, los medios progresistas, primero, sin miedo ni vergüenza, afirman que Europa tiene esperanza en que, gracias al desbloqueo de los fondos, Orbán dé luz verde a la adhesión de Hungría, aceptando así la extorsión manifiesta. Pero es que, por si fuera poco, dan la vuelta a la tortilla y aseguran que es Orbán el que pone en riesgo la estabilidad de Europa y el que chantajea a la Unión pidiendo fondos a cambio de su voto afirmativo.
Para dejarlo claro, los fondos le corresponden a Hungría, igual que al resto de socios. Es la Unión la que decide no darle su dinero al país y es la Comisión la que extorsiona a Orbán usando el dinero de los húngaros como moneda de cambio para que Ucrania pueda entrar en la Unión Europea.