El martes pasado, Irán (régimen islamista de corte chiita) atacó a un grupo terrorista iraní en tierras de Pakistán. En concreto, atacó al grupo terrorista suní Jaish al-Adl.
Y hoy, Pakistán (régimen islamista de corte sunita) ha atacado a otros terroristas -en un bombardeo que ha causado la muerte a tres mujeres y cuatro niños- pero en tierras iraníes.
El Ministerio de Exteriores de Pakistán ha informado de que "ha llevado a cabo esta mañana una serie de ataques militares de precisión altamente coordinados y específicamente dirigidos contra escondites terroristas en la provincia iraní de Sistán y Baluchistán".
Y esto es muy peligroso, por cuanto Pakistán posee armas nucleares. Y no es un régimen que se caracterice, precisamente, por su contención...
En el islamismo hay dos ramas: los chiitas y los sunitas, enemigos encarnizados
Además, este suceso se une a las guerras y en curso, como las que se libran en la franja de Gaza, entre Israel y los terroristas palestinos de Hamas -con ramificación en el Líbano- y la que tiene lugar en el Mar Rojo, con los rebeldes hutíes atacando cargueros y barcos comerciales.
En cualquier caso, recordemos, por contextualizar lo anterior, que existe un conflicto intramusulmán que ha resurgido. Y es que en el islamismo hay dos ramas: los chiitas y los sunitas, que son enemigos encarnizados. Los terroristas de Estado Islámico son sunitas, rama que tiene como principal representante al país de Arabia Saudí; mientras que Hezbolá es un grupo terrorista chií libanés y tiene apoyo de Irán, el máximo exponente de dicha rama del islam. El conflicto intramusulmán explica el brutal atentado contra los iraníes chiitas por parte de los sunitas del Estado Islámico.
Además, Hezbolá es un grupo terrorista chií libanés, mientras que Hamás es sunita (en sus orígenes hay lazos con la Hermandad Musulmana de Egipto y tiene apoyo de Catar). Eso sí, a ambos grupos terroristas les une su odio a Israel…