COP-29 significa que ya ha habido 28 conferencias anteriores la ONU para el cambio climático: ¡Qué peñazo!

Pedro Sánchez participa en Azerbaiyán en tan magno acontecimiento. Más le valdría no haber dejado solos a los Reyes de España -aunque desde Paiporta Sánchez se está convirtiendo en un experto en esta materia- en la Cumbre iberoamericana de naciones o haber participado en el Consejo Europeo celebrado la pasada semana en la capital comunitaria.

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Pero lo que más le preocupa a Pedro es un mito: el mito del cambio climático.

Como dicen los barceloneses de la estatua de Cristóbal Colón, el descubridor tiene las pruebas (no vamos a decir de qué) en los documentos que porta. Sanchez está en Bakú para demostrar con qué denuedo se enfrenta a los negacionistas del cambio climático y que el desastre de Valencia, por el que sufre día y noche, es consecuencia del tal cambio climático que él, como líder mundial que es, abandera y representa la batalla contra el calentamiento global, producto inequívoco del calentamiento mental de la mayoría.

Esta vez, el aquelarre ecologista se perpetra con Azerbaiyán como anfitrión. Así, el régimen de Bakú blanquea el genocidio -aquí sí, genocidio- de los cristianos armenios de Nagorno-Karabaj: todo sea por salvar al planeta... ¡y por explotar el petróleo del Caspio!

Cumbre COP 29 en Bakú. Veamos: la religión climática promueve una ingeniería social global, es decir, movimientos masivos y caóticos de población, millones de personas moviéndose de continuo de un lado a otro del planeta, renunciando a sus raíces y empezando desde cero, cada día. Una ingeniería social mundial que provocará, o al menos, eso pretenden, el sometimiento a una tiranía global y, de paso, la ruina de la humanidad.

Porque la riqueza necesita tiempo para crearse y para consolidarse. La mejor manera de convocar a la ruina es moverse de una lado a otro sin control y sin razón.

Hay una segunda razón en la que conviene reparar: los verdes quieren servir al planeta, los cristianos quieren servirse del planeta para ayudar al hombre.

Aquí operan dos cosmovisiones totalmente opuestas: la de la Cumbre de Bakú, donde el hombre es el esclavo utilizado para salvar al clima, no se sabe exactamente de qué, frente a la cristiana, que persigue el mandato bíblico de henchid la tierra y sometedla, como regalo que es, de Dios para la humanidad. No necesito explicarles que la segunda resulta mucho más alegre que la primera.

¿El cambio climático existe? Por supuesto, como ha existido desde siempre y , como siempre, el hombre no puede controlarlo: eso queda en manos de Dios, quien ha dotado al propio universo de los mecanismos para la vuelta al equilibrio

¿El cambio climático existe? Por supuesto, como ha existido desde siempre y, como siempre, el hombre no puede controlarlo: eso queda en manos del Creador, quien ha dotado al propio universo de los mecanismos para la vuelta al equilibrio. La confianza en Cristo y en su creación resulta una actitud mucho más inteligente, y más eficaz, que la carísima y contaminante reunion de Naciones Unidas.

Encima, esta vez, en la vigésimo novena edición del numerito de Naciones Unidas, caras serias de preocupación por el futuro del planeta tierra, mismamente la de Pedro Sánchez, el aquelarre ecologista se perpetra con Azerbaiyán como anfitrión. Así, el régimen de Bakú blanquea el genocidio -aquí sí- de los cristianos armenios de Nagorno-Karabaj: todo sea por salvar al planeta... ¡y por explotar el petróleo del Caspio!, un lamentable hidrocarburo. Pero ojo, en este caos, se trata de crudo viscoso, sí, pero enormemente progresista. Con decirles que ha servido para hacer maniobras de ingeniería social con los cristianos como cobayas de laboratorio...

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