Las salvajadas de Hamás en Israel han hecho olvidar la otra salvajada de Azerbaiyán, en Armenia. Ha sido un doble abandono de Occidente a ese pobre pueblo cristiano perseguido: por un lado, el abandono de Naciones Unidas, que tenía allí desplegada su fuerza de interposición, un contingente que ha mirado hacia otro lado ante los repugnante excesos de los musulmanes. 

Por otro lado, el abandono de Moscú, porque ese contingente estaba formado por cascos azules rusos, es decir, cristianos. Por lo que sea, Putin decidió que aquellos soldados puestos allí para defender a los civiles armenios, mayoría en la región de Nagorno Karabaj, se apartaran para que los musulmanes azerbayanos pudieran aplastar a los armenios cristianos. Y lo han hecho a placer: a unos les han echado y robado todo lo que tenían. Sus líderes han sido encarcelados y, por las noticias que nos llegan, maltratados por los musulmanes. 

Vladimir Putin, que degenera por semanas, ha cedido ante su ‘amigo’ el fundamentalista musulmán Recep Erdogan que, con una caradura increíble, pretende entrar en la Unión Europea y que masacra a kurdos, a sirios y que ahora, con una caradura asombrosa, justifica a Hamás y se atreve a soliviantar al enloquecido mundo árabe contra Occidente por el excesivo apoyo que, según él, demuestra Estados Unidos hacia Israel, en su defensa de Hamás. Si hemos de hacer caso a sus insinuaciones, detrás de las salvajadas de los de Gaza también está Estados Unidos. ¡Toma ya! Y en estas...

Recupero un texto -e imagen- espléndido recogido por el siempre bien documentado Rafael Enríquez de Salamanca sobre el monasterio de Dadivank, una joya arquitectónica armenia que ahora ha caído en manos de los miserables musulmanes de Azerbaiyán. A la barbarie islámica le encanta destrozar las joyas de la civilización cristiana. Y Europa mirando a Gibraltar. Los armenios no interesan y, además, ahora las matanzas de Hamás en Israel han oscurecido las matanzas del Caspio. Ya no hay por qué preocuparse. Total, sólo eran cristianos.