Como se recordará, el dictador venezolano Nicolás Maduro ejecutó un pucherazo al atribuirse la victoria en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
Sin embargo, a día de hoy, la dictadura chavista todavía no ha publicado las actas electorales que demostrarían su triunfo, al contrario que la oposición, que contó con una red de voluntarios que sí las recogieron y las mostraron en una web, donde se demostró que su candidato, Edmundo González, las había ganado con un 67% de los votos.
Ante las protestas ciudadanas por ese pucherazo, la dictadura se dedicó a reprimirlas procesado incluso a detenciones arbitrarias de niñas, niños y adolescentes, unos 152 en total, según acaba de denunciar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con la información proporcionada por la organización Foro Penal.
“La CIDH expresa especial preocupación por algunas denuncias de tratos crueles, inhumanos y degradantes. Tal es el caso de una adolescente embarazada, que fue sujeta a violencia de género mientras se encontraba bajo custodia del Estado”. “Agentes le insinuaron que la harían abortar para no tener hijos terroristas. Asimismo, fue obligada a realizar ejercicios físicos y a ponerse en posiciones incómodas y humillantes”, denunció la Comisión mediante un comunicado publicado en su página web.
Hasta este punto de crueldad inhumana llega la tiranía chavista, que también se ha dedicado a perseguir al ganador de las elecciones, Edmundo González, que tuvo que exiliarse en España. Ayer, tras reunirse con el presidente español Pedro Sánchez --quien le dedicó palabras bonitas pero no le reconoció como presidente electo de Venezuela-- publicó un post en l red social X en el que aseguraba: "Mi compromiso con el mandato que he recibido de parte del pueblo soberano de Venezuela es irrenunciable".
Mi compromiso con el mandato que he recibido de parte del pueblo soberano de Venezuela es irrenunciable. #COMUNICADO pic.twitter.com/POBJ7gzTIL
— Edmundo González (@EdmundoGU) September 12, 2024
Una dictadura chavista muy molesta después de que el Congreso español, con los votos de PP, Vox, UPN y CC, reconociese al opositor como presidente electo del país. Hasta el punto de que ayer citó al embajador de España en Caracas y llamó a consultas a su diplomática en Madrid, con la excusa de que la ministra de Defensa española, Margarita Robles, calificase al régimen de Maduro como una "dictadura" (que es lo que es). El numerito bolivariano.
Hoy, en una entrevista en RNE, el ministro de Exteriores español José Manuel Albares, quitaba hierro al asunto: "No hay nada que comentar. Nosotros trabajamos para tener las mejores relaciones posibles con el pueblo de Venezuela".