El polaco San Juan Pablo II y el sindicato Solidaridad de Lech Walesa, alumno del primero, aunque luego perdiera el ‘oremus’, destrozaron el mayor totalitarismo de la historia contemporánea: el de la Rusia soviética. Un cura y un electricista fulminaron al Ejército Rojo sin disparar un sólo tiro.

De aquella escuela de Solidaridad, de hondas raíces cristianas y de sindicalismo recio, que no habría admitido en su seno a adoradores de la subvención pública, del dinero de los demás, del tipo Unai SordoJosé Luis Álvarez, surgieron los hombres que derrumbaron el Muro de Berlín y el propio leninismo moscovita y plantaron la bases de una Europa libre. 

En el caso concreto de Polonia, su partido comunista era el más odiado por su pueblo... de todos los ‘soviets’ continentales que giraban en la órbita de Moscú. Y esto porque el pueblo polaco había mantenido su fe en Cristo y contra Cristo no es difícil luchar: es imposible. El “Venciste galileo” volvió a resonar en Varsovia y, desde allí, miren por dónde, en toda Europa.

Los herederos de Solidaridad, el partido Ley y Justicia, ese al que, en dolosa ignorancia y gloriosa manipulación, es conocido por la tele de Sánchez como partido “ultra”, ha ganado las elecciones del pasado domingo, pero les ha surgido un Sánchez empeñado en pervertir el resultado electoral. 

Los comunistas polacos que saben que sólo con  el 'liberal'Tusk pueden sobrevivir, de la misma forma que los comunistas españoles (Podemos y Sumar), separatistas y proetarras saben que sólo con un cínico de inconmensurables tragaderas como Sánchez, pueden dignificarse ante la opinión pública como... demócratas de toda la vida

Ha resucitado Donald Tusk, ese personaje acuoso que puede hacerse con el poder en Polonia y destruir la herencia cristiana del pueblo polaco. Al igual que Sánchez ha blanqueado el leninismo en España y ha convertido a Podemos y Sumar en ‘demócratas de toda la vida’, Tusk, con tal de hacerse con el reino de Varsovia es capaz de blanquear al odioso, torturador y repugnante comunismo polaco.

Esos dos sinvergüenzas -Sánchez y Tusk- han descubierto que no merece la pena ni ocultar sus intenciones: lo dicen a las claras. Tusk se califica de liberal pero asegura que gobernará con el apoyo de los comunistas. Los comunistas que, como en España, se han cambiado de nombre pero no de intenciones, saben que sólo con Tusk pueden sobrevivir, de la misma forma que los comunistas españoles (Podemos y Sumar), separatistas y proetarras saben que sólo con un cínico de inconmensurables tragaderas como Sánchez, pueden dignificarse ante la opinión pública como... demócratas de toda la vida. 

Se lo cuento de otra forma: de todos los países del Este de Europa, Moscú se ensañó especialmente con Polonia pero los polacos lograron destruir el leninismo en toda Europa. 

Ojo, se ensañó con los polacos con idéntica crueldad a como se ensañaron los nazis. ¿Saben la razón? Porque los polacos son católicos y tanto el nazismo como el comunismo habían sido condenados por la Iglesia como doctrinas homicidas y los polacos son, antes incluso que polacos, hombre de fe. 

Coalición Sánchez, Coalición Tusk: lo único que une a la nueva izquierda y a la nueva derecha europeas, a liberales de derecha y neocomunistas de izquierdas, teóricamente enfrentados, es su cristianofobia y la meta final de la misma: la cristofobia

Pues bien, ahora resulta que el progre Donald, con tal de mandar, pactará -ya ha pactado- con los comunistas-. Necesita sus escaños de la misma forma que Sánchez necesita los de Bildu y entonces blanquea, normaliza y legitima a los proetarras. 

Todavía vive gente perseguida por el Partido Comunista polaco: ¿Qué estarán pensando? Y mientras, la decadente Europa de los eurócratas de Bruselas aplaude.

Tusk y Sánchez, dos almas gemelas. Y la pregunta en Polonia es la misma que nos hemos hecho en España durante cinco años largos aguantando al viscoso don Pedro en Moncloa: ¿Cómo es posible este maridaje frentepopulista entre hierbas tan diversas como social-capitalistas, comunistas, separatistas y bio-terroristas? Pues muy sencillo, porque hay algo que une a la nueva izquierda y a la nueva derecha europeas, al nuevo populismo -muy democrático, eso sí, tipo Sumar o Podemos-, y a los nuevos nacionalismos y la vieja corriente del liberalismo ‘hobbiano’: su cristianofobia y su meta final: la cristofobia.

Por lo demás: no olvidemos algo: cuando Polonia funciona, Europa funciona. Si Polonia cae en el nuevo comunismo, el comunismo progre, tan neoliberal como neomarxista, si cae en manos del acuoso Donald Tusk, sus efectos no sólo los sufrirán los polacos sino el conjunto de Europa y, por tanto, del mundo.