Como contamos en Hispanidad, en los últimos años, un gran número de Estados republicanos han combatido la inversión con criterio ESG, es decir, aquella que obedece a criterios de sostenibilidad medioambiental, social y de gobierno corporativo, y que vigila hasta qué punto una compañía trabaja en nombre de causas sociales para lograr una serie de objetivos ambientales.
En concreto, el Estado de Florida retiró 2.000 millones de dólares de diversos fondos ESG que manejaba la gestora BlackRock. Jimmy Patronis, director financiero de Florida, explicó las razones detrás de la decisión con el siguiente tenor: “He perdido la confianza en BlackRock, la compañía no debería usar el dinero de los contribuyentes de Florida para influir en la política”, considerando por tanto que se usaba el dinero de los ciudadanos de Florida para fines ideológicos y medioambientales, haciendo primar los mismos frente a la propia inversión. Así, el gobernador de Florida Ron DeSantis seguía la estela iniciada por el también republicano, el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien llegó a afirmar: "Firmé una ley en 2021 para prohibir las empresas financieras que tienen políticas ESG que discriminan al sector del petróleo y el gas. Eso incluye a BlackRock y otras empresas financieras".
Además de a nivel estatal, los republicanos, con su mayoría en el Congreso, no han dudado en calificar la inversión ESG como “activismo partidista radical disfrazado de gobierno corporativo responsable”, y han citado a BlackRock y a State Street como parte de una investigación sobre el sector, que, según consideran los conservadores, puede violar las leyes antimonopolio.
Pues bien, como cuenta esta semana el Financial Times, son ahora los inversores globales los que están dando la espalda a los fondos que priman la sostenibilidad. Según Barclays, los clientes han retirado 40 mil millones de dólares netos de fondos de acciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) este año y solo en el mes de abril los inversores estadounidenses retiraron 4.400 millones de dólares.
Este escenario supone un cambio radical para el sector, dado que en los últimos años, los inversores habían apostado de forma contundente por este tipo de productos.
Pierre-Yves Gauthier, jefe de estrategia y cofundador de AlphaValue, una empresa de investigación independiente con sede en París, ha comparado el sector con la burbuja tecnológica que estalló en 2000: “Los criterios ESG eran una especie de exageración de las puntocom 20 años después y ahora ya pasó”.
Muchos fondos han sufrido como consecuencia del mal desempeño del sector de la energía renovable, al mismo tiempo que han perdido los fuertes retornos del sector de los combustibles fósibles, sector que precisamente evitaban dados los criterios ESG. Así, en los últimos doce meses, los fondos de acciones sostenibles obtuvieron un rendimiento del 11 por ciento, en comparación con el 21 por ciento de los fondos de acciones convencionales, según un informe del mes de mayo de JPMorgan.
Según un informe de mayo de Morningstar, el mayor fondo sostenible de Estados Unidos, Parnassus Core Equity, que ostenta 28.400 millones de dólares en activos, “ha sido uno de los diez mayores perdedores en términos de flujos durante dos años consecutivos”, algo que confirma Hortense Bioy, directora global de investigación de sostenibilidad de Morningstar: “Está claro que el rendimiento de estos fondos no ha sido bueno en los últimos dos años”. . . ha desalentado a algunos inversores”.