Obama introdujo la sección sobre “derechos reproductivos” -aborto en lenguaje ONU- en el Informa Anual de Derechos Humanos de EEUU, sección que Trump eliminó y que ahora, bajo la presidencia Biden, el Departamento de Estado ha restablecido.
Nos cuenta C-Fam, con su maestría acostumbrada, que la sección de “derechos reproductivos” del citado Informe se basa en datos proporcionados por varias fuentes como son la OMS, el Fondo de Población de las Naciones Unidas o la organización pro-aborto Human Rights Watch.
Precisamente, esta última celebró que la Administración Biden haya demostrado “una mayor comprensión de los derechos reproductivos que en cualquier informe anterior”. Joe es más abortista que Barack.
El encargado de presentar el informe a la prensa -martes 12- fue el secretario de Estado, Antony Blinken, quien aseguró que los servicios de salud, “incluida la salud reproductiva”, son “tan críticos para promover los derechos humanos como defender la libertad de expresión y reunión”.
Primera consecuencia tras considerar el aborto como derecho humano: hay que suprimir la objeción de conciencia para que ningún sanitario se pueda negar a matar al niño no nacido. Es decir, aborto obligatorio. Esa es, precisamente, una de las quejas de Human Rights Watch: algunos países -¡qué desfachatez!- permiten que el personal médico invoque la objeción de conciencia para evitar practicar abortos. Por ejemplo, la católica Polonia, perseguida, qué casualidad, por la Comisión Europea.
Otro de los señalados por el Departamento de Estado de EEUU es Hungría, en este caso por oponerse a las leyes de género y de promoción LGTBI entre los niños. El Informe Anual agrupa sus acusaciones bajo el título “Actos de violencia, Criminalización y otros abusos basados en la orientación sexual y la identidad de género”.