Joe Kennedy fue contratado como entrenador en la Escuela Secundaria Bremerton de Washington en 2008. Tal y como contó en una entrevista concedida a la CNN, tras cada partido se arrodillaba y rezaba en el campo de juego, puesto que había prometido a Dios, alabarle después de cada juego, "gane o pierda". Algo a lo que el distrito escolar no dio mucha importancia, hasta el 2015, cuando los jugadores del equipo se empezaron a unir a Kennedy en sus oraciones en el campo. Maléfico y peligroso, ¿verdad? Que un profesor rece y los chavales de su equipo le sigan, y encima, con público en las gradas... se me pone el vello de punta.
Muy preocupado, el distrito escolar le ofreció que rezara fuera del campo y después de los partidos, Kennedy no aceptó ese atropello a sus derechos, por lo que el distrito lo despidió por "mala evaluación de su desempeño". Ante lo cual, Kennedy decidió denunciar al distrito por violar sus derechos bajo la Primera Enmienda. Los abogados del distrito escolar argumentaron ante el tribunal que la práctica de oración de Kennedy no era una oración privada o personal, sino un ritual realizado a la vista de los estudiantes que el distrito escolar tenía justificación para restringir.
El asunto llegó al Tribunal Supremo que ha dictaminado que el distrito escolar del estado de Washington violó los derechos de la Primera Enmienda de Joe, en una mayoría de 6-3, lo que significa una nueva muestra del afortunado cambio de rumbo que ha vivido el alto Tribunal.
"La Constitución y lo mejor de nuestras tradiciones aconsejan el respeto mutuo y la tolerancia, no la censura y la represión, tanto para los puntos de vista religiosos como para los no religiosos", escribió el juez Neil Gorsuch en el fallo. Así, el tribunal considera que las oraciones del entrenador equivalen a un discurso privado, protegido por la Primera Enmienda, que no puede ser restringido por el distrito escolar.