En el año 1992, el entonces presidente republicano George H. W. Bush se presentaba a la reelección. En principio, con un valoración positiva, Bush partía como claro favorito ante el candidato demócrata, el por aquel entonces joven gobernador de Arkansas, Bill Clinton. Sin embargo, Clinton hizo de la economía el eje principal de su campaña y bajo el lema “es la economía, estúpido” acabó llegando contra todo pronóstico a la Casa Blanca.

Y más que nunca esa frase cobra relevancia en estas elecciones presidenciales. Según un estudio de Gallup, una de las empresas demoscópicas más prestigiosas de Estados Unidos, la economía es el factor más relevante a la hora de emitir el voto para los estadounidenses, un 52% así lo considera, un porcentaje sin precedentes, que no se veía en unas elecciones presidenciales desde el año 2008, año de la Gran Recesión.

Y es, precisamente, en el plano económico, donde sale muy bien parado el expresidente y candidato republicano Donald Trump. Así, una mayoría del electorado, un 54%, considera que haría una mejor gestión en esta materia frente al 45% que considera que sería preferible su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris. La cuestión no es baladí, uno de los principales puntos débiles de la Administración de Joe Biden y Kamala Harris ha sido su defectuosa política económica, que ha disparado la inflación en la primera potencia mundial, de tal forma que el aumento del coste de vida está erosionando a las clases media y baja estadounidense, y haciendo sufrir a las economías familiares.

El republicano también sale bien parado en el tema de la política migratoria, otro de los asuntos que el electorado considera más relevante, y donde también supera a Harris por nueve puntos. Lo mismo ocurre en política exterior, donde Trump se sitúa cinco puntos por encima de Harris, algo especialmente relevante por cuanto la guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto en Oriente Medio, está siendo uno de los principales ejes de la campaña.

Y las noticias no son buenas para los demócratas, el cambio climático y los derechos de las personas transgénero, dos de las principales banderas electorales de la formación progresista son los temas que menos preocupan a los electores a la hora de emitir su voto, apenas un 21% y un18% respectivamente consideran que es el tema más relevante.