En Hispanidad, hemos hablado en numerosas ocasiones sobre el horizonte judicial de la familia del presidente Joe Biden y me cuenta una persona que acaba de volver de California, epicentro del progresismo estadounidense y el gran feudo del Partido Demócrata, que muchos californianos están preocupados por los casos de corrupción de la familia Biden. Y no les preocupa precisamente que el presidente Biden y su hijo Hunter puedan haber recibido millones de dólares de comisiones de naciones extranjeras aprovechando la presencia de Biden en la Casa Blanca en su época como vicepresidente, sino que el descubrimiento de la corrupción de la familia Biden pueda ayudar a Donald Trump en las elecciones presidenciales del año que viene.
Esta preocupación evidencia que la esencia del progresismo es la impunidad, y que los progresistas prefieren apoyar a un corrupto antes que a un sujeto al que profesan odio ideológico. Además, se hace más patente que Trump es el único candidato republicano que preocupa a la progresía mediática de cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2024.
Algo que parece confirmarse por los propios hechos y por la actuación de los demócratas, que saltándose cualquier tipo de garantía legal, pretenden incluso que se retransmitan por televisión los juicios contra el expresidente Trump, como si de un espectáculo se tratase. Así, el congresista demócrata por California, Adam Schiff, ha indicado que “todos los juicios de Trump deben ser televisados, aunque requiera una desviación de las reglas regulares”.
Se hace más patente que Trump es el único candidato republicano que preocupa a la progresía mediática. Y el congresista demócrata por California, Adam Schiff, ha indicado que “todos los juicios de Trump deben ser televisados, aunque requiera una desviación de las reglas regulares”
Y por supuesto, la persecución judicial contra el expresidente continúa. Si hace unas semanas era acusado por conspiración para defraudar a los Estados Unidos, intento de obstruir un procedimiento oficial, conspiración para obstruir un procedimiento oficial y conspiración contra los derechos, esta semana hemos conocido una nueva imputación contra Donald Trump, en este caso por intento de alterar el resultado electoral en el Estado de Georgia en las elecciones presidenciales de 2020. Hecho que los medios han corrido raudos en contar con pelos y señales.
Sin embargo, no se le ha dado la misma cobertura mediática a las novedades en el caso de corrupción que salpica al clan Biden. Si la semana pasada, como contamos en Hispanidad, el presidente del Comité de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el congresista James Comer, publicaba documentos que acreditaban que la familia Biden, sus socios comerciales y sus empresas recibieron más de diez millones de dólares de compañías extranjeras, esta semana la congresista republicana por Carolina del Sur, Nancy Mace, ha elevado esa cantidad a más de cincuenta millones de dólares indicando que “no se nos permite compartir los informes de actividades sospechosas, pero lo que he analizado en dichos informes me hace creer que la cantidad de dinero que se pagó a la familia Biden supera los 50 millones de dólares”. Además, la corrupción afectaría a todos miembros del clan Biden: “No se trata solo del presidente Biden, su hijo Hunter y el hermano del presidente James Biden. Hay nietos del presidente que recibieron dinero de la China comunista, por ejemplo”.
La persecución judicial contra el expresidente Trump continúa, mientras no se le ha dado la misma cobertura mediática a las novedades en el caso de corrupción que salpica al clan Biden. Ya saben, la esencia del progresismo es la impunidad
La táctica progresista de cara a las elecciones la retrata el letrado y profesor emérito de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard Alan Dershowitz, quien ha asegurado que el objetivo de la Administración Biden es “lograr condenas rápidas contra Trump antes de las elecciones presidenciales de 2024”.
Dershowitz no dudó en denunciar la nula independencia del fiscal del caso denunciando que “en primer lugar, nadie debería tomarse en serio que existiera una acusación del gran jurado, no significa nada. Es el fiscal quien acusa, la mejor prueba es que la acusación del fiscal estaba publicada en su página web incluso antes de que el gran jurado votara acusar o no a Trump”.
Por último, Dershowitz no dudó en considerar que la actuación de la fiscalía es política, con el fin de lograr una condena rápida antes de las elecciones, pero con nulo fundamento jurídico dado que dicha condena difícilmente sería confirmada en apelación, indicando así: “Ahora, toda la estrategia de estos cuatro casos contra Trump es obtener una condena antes de las elecciones, incluso aunque dichas condenas se vayan a perder en la apelación. Solía enseñar a mis alumnos, muchos de ellos futuros fiscales, que en actuaciones como esta, se aumentan sus posibilidades de ganar un juicio en primera instancia, pero luego es muy posible perder en sede de apelación”.
No cabe duda, a la fiscalía de Biden poco le importa que exista fundamentación alguna en los cargos contra el expresidente Trump.