Decíamos ayer… que el húngaro Víctor Orban se ha convertido en el paladín de la Europa cristiana, en el seno de la degenerada Unión Europea (UE). La tentación, al contemplar el panorama actual, consiste abandonar la Unión pero eso es, precisamente, lo que pretende gente de poco fiar, como el mandamás holandés, Mark Rutte, un personaje escasamente recomendable como jugador del Ajax de Amsterdam.
Todo lo ocurrido en el Consejo Europeo de Bruselas, celebrado ayer jueves, en la burocrática capital de Bélgica puede resumirse así:
Rutte le insta a Hungría a abandonar la Unión Europea y la ministra húngara de justicia, Judit Varga, como una nueva Judith bíblica, le responde: “Hungría no quiere irse de Europa sino salvar a Europa de los hipócritas”.
El húngaro Víctor Orban pone las cosas en su sitio: quién decide si existo y quién decide cómo educo a mis hijos. Nadie me ha pedido permiso para nacer
Como en aquella genial película de dibujos animados, La Princesa Cisne, en este Consejo Europeo “nada es lo que parece”. Nada es lo que aparenta en la Bruselas de 2021, escenificado en el Consejo de los 27 jefes de Gobierno, celebrado el jueves 24, festividad de San Juan Bautista. Un personaje, por cierto, al que cortaron a la cabeza por recordarle al Rey Herodes, que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Al final, lo que se muestra y demuestra es que Europa ha dejado de ser cristiana. Y el problema no es religioso sino político, porque fue el cristianismo lo que forjó Europa y si Europa deja de ser cristiana se diluirá. La Unión Europea ya existió, desde Carlomagno y el Sacro Imperio. Las guerras intestinas se dispararon, precisamente, con la reforma protestante y ahora regresan con el abandono, no de la Iglesia de Roma sino del Cuerpo Místico de Cristo.
Cuatro países excomunistas (Hungría, Polonia, Eslovenia y Bulgaria) defienden los orígenes cristianos de Europa
Y todo esto, tan elevado, se concretó el miércoles, con la arremetida contra el húngaro Víctor Orban… que lo único que ha hecho es poner las cosas en su sitio con su ley contra la pedofilia, una norma que ha provocado el farisaico rasgado de vestiduras de la progresía europea, pero que tan sólo levanta acta notarial sobre dos cuestiones: quién decide si existo y quién decide cómo educo a mis hijos.
En plata: nadie nos ha pedido permiso para nacer ni para nacer hombre o mujer y, lo lógico, lo natural, es que sean los padres, no el Estado, no el colegio, no los amigos, no la sociedad, no el vecino quienes decidan cómo se educa a los hijos. Y eso sólo porque los padres son los que más quieren a sus retoños.
Lo que los húngaros no están dispuestos a aceptar es que una niña de cinco años vuelva a su casa y pregunte a su madre:
-Mamá, ¿yo soy niño o niña?, porque han venido unos señores al cole y han dicho…
Y así, en Europa ha llegado el momento tan temido por Chesterton: tendremos que explicar que la hierba es verde.
Otra curiosidad para la historia: son cuatro países excomunistas (Hungría, Polonia, Eslovenia y Bulgaria) quienes defienden los orígenes cristianos de Europa. Perdieron sus orígenes y su identidad durante la noche oscura del estalinismo y son los únicos que ahora saben valorarlo.
El holandés Mark Rutte podrá expulsar de la Unión al húngaro Orban… pero eso ocurrirá en vísperas del desmoronamiento de la Unión
Más concreciones del Consejo de jueves: el mayor enemigo de España, el holandés Mark Rutte, se inventa unos nuevos valores europeos… cristófobos. Insisto: vivimos el paso del siglo XX -marcado por relativismo- al siglo XXI-Blasfemia contra el Espiritu- cuando lo bueno se transforma en malo y lo malo en bueno, en la mayor inversión de principios que registra la historia. Rutte eleva a la condición de valores europeos los contravalores que niegan, no ya la ley natural sino la naturaleza de las cosas. Por ejemplo, la de que se nace varón y hembra… sin que nadie nos haya pedido permiso ni para una cosa ni para la otra… ni tampoco para nacer. El ejemplo más vivo es el del aborto que ha pasado de ser algo despenalizable… ¡a un derecho, el derecho a matar a tu propio hijo en tus propias entrañas!
En cualquier caso, Rutte puede expulsar a Hungría de Europa, pero eso ocurrirá, seguro, en vísperas de la dilución de la Unión Europa, que ya poco tiene que ver con la que fundara el cristiano Robert Schuman. Bueno sí tiene algo. Por ejemplo, a húngaros y polacos.
No, Orban debe quedarse en Europa para salvarla de tartufos como Rutte… o como Pedro Sánchez.