Vaya por delante que los acuerdos alcanzados este martes deberán ser refrendados durante la cumbre de jefes de Estado y de gobierno que se celebrará el próximo jueves 29 y viernes 30, en Bruselas. Vaya por delante también, que no es un buen acuerdo porque margina al ECR (Meloni y Vox), el único grupo que aún conserva valores cristianos que fueron, precisamente, sobre los que se construyó la Unión Europea.
¡Cómo hemos cambiado desde entonces! Para la nueva cúpula europea, el Partido Popular Europeo, representado por el griego Kyriakos Mitsotakis y el polaco Donald Tusk, los socialistas y socialdemócratas Pedro Sánchez y Olaf Scholz, y los liberales Emmanuel Macron y el holandés Mark Rutte, han acordado proponer a la conservadora alemana Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión, al socialista portugués Antònio Costa como presidente del Consejo y a la primer ministra de Estonia, Kaja Kallas (Partido Reformista de centro-derecha), como Alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, cargo que ha desempeñado el español Josep Borrell desde diciembre de 2019.
Todo con tal de no dejar la más mínima posibilidad a los ultras de Identidad y Democracia (ID) -derecha pagana- de la francesa Le Pen, ni a los alemanes del Alternativa para Alemania (AfD) -ultras nacionalistas- con los que se ha unido el español Alvise Pérez, de la agrupación de electores Se Acabó la Fiesta.
Tampoco han querido saber nada de la extrema izquierda, es decir, de los Verdes y de los comunistas de The Left.
¿Dónde está el partido de Viktor Orbán? El primer ministro húngaro descartó el lunes unirse al Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) que lidera Giorgia Meloni, entre otras razones por sus discrepancias acerca de la guerra en Ucrania, por lo que continuará entre los No Inscritos (NI).
En definitiva, y volviendo a la noticia, Europa ha reinventado la ‘grossen koalition’ alemana -PP y PSOE, para entendernos- y se aleja de los valores cristianos sobre los que se fundó la UE. De esta manera, será un gobierno moderado y socialdemócrata que buscará primar la economía sobre la ecología, que nos está ahogando, y adelgazar el elevado gasto público y los impuestos que, igualmente, nos están ahogando.
Lo más importante, los valores no negociables que concretó Benedicto XVI -vida, familia, libertad de enseñanza y bien común- quedarán nuevamente orillados. Los que los defienden son ultras y muy peligrosos. ¡Qué lástima!