Apenas ha transcurrido un mes desde que Donald Trump ganara la partida a Kamala Harris, y Joe Biden sabe que le quedan pocos días para tener que abandonar la Casa Blanca, y el poder.
Biden deja un desastroso legado, que incluye el declive de las economías domésticas por la inflación, la crisis migratoria en la frontera sur, varios conflictos bélicos iniciados durante su mandato, una oleada de crimen y delincuencia que asola el país, y una instrumentalización del Departamento de Justicia utilizado como una herramienta política contra Donald Trump y la oposición republicana y al servicio de los intereses de los demócratas y de la familia Biden. Muestra clara de ello ha llegado con el indulto exprés y de última hora que ha concedido a su hijo Hunter.
Durante años, hemos contado en Hispanidad las investigaciones sobre la corrupción de la familia del todavía presidente de Estados Unidos Joe Biden. Tales indagaciones se centraban en los años en los que Biden era vicepresidente de Estados Unidos, durante la presidencia de Barack Obama. Los republicanos denunciaron la corrupción del demócrata, ya que supuestamente exigió a Ucrania la destitución de un fiscal que investigaba a Burisma, compañía energética ucraniana que, casualmente, había ofrecido a su hijo Hunter un puesto en su consejo de administración. Además, acusaron al actual inquilino del Despacho Oval de haber utilizado su cargo como vicepresidente para facilitar negocios de Hunter en otros países, como China.
La investigación contra los Biden no fue sencilla, dado que a la censura practicada por la progresía mediática, se unían las piedras en el camino que colocaba la Administración de Joe Biden y Kamala Harris. Así, un funcionario de Hacienda denunció obstrucciones en la investigación de los presuntos delitos fiscales cometidos por Hunter Biden.
El propio Biden atacó a un periodista cuando le preguntó precisamente por estos hechos. El presidente del Comité de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el congresista James Comer, reveló información sobre la corrupción de la familia Biden y se publicaron una serie documentos que acreditaban que la familia Biden, sus socios comerciales y sus empresas recibieron más de diez millones de dólares de compañías extranjeras: “El Comité ha identificado pagos a miembros de la familia Biden de empresas extranjeras mientras Joe Biden ejercía como vicepresidente de Estados Unidos y también después de abandonar el cargo”, indicaba Comer.
Pero finalmente Hunter fue condenado, no por este caso, sino por otro frente abierto: tres delitos federales con armas, que podrían suponer hasta 25 años de cárcel. Cuando en junio se conoció la decisión del tribunal y la condena, la progresía mediática estadounidense e internacional corrió rauda a afirmar que el presidente Biden respetaba el procedimiento judicial y la consecuente condena de su hijo, para marcar diferencias entre el presidente Biden y el expresidente Trump.
Aunque Biden negaba una y otra vez que fuera a indultar a su hijo, las señales que llegaban de la Casa Blanca apuntaban justamente lo contrario. En dicho momento, la campaña presidencial de Donald Trump hizo un profético anuncio:
“Este juicio no ha sido más que una distracción de los verdaderos crímenes de la Familia del Crimen Biden, que ha obtenido decenas de millones de dólares de China, Rusia y Ucrania. El reinado del corrupto Joe Biden sobre el Imperio Criminal de la Familia Biden llegará a su fin el 5 de noviembre, y nunca más un Biden venderá acceso al gobierno para beneficio personal”.
Y como la impunidad progresista no tiene límites, en plena salida de la Casa Blanca, Joe Biden ha anunciado que indultará a Hunter, convirtiéndose en el primer presidente en conceder la medida de gracia a su hijo. Aunque más que un indulto, Biden le ha concedido a su vástago la tarjeta de salir de la cárcel del Monopoly para poder utilizarla cuando quiera.
El indulto concedido es “total e incondicional por todos los posibles delitos cometidos por Hunter Biden entre el 1 de enero de 2014 y el 31 de diciembre 2024”. Al margen de que muchos juristas cuestionan la legalidad de la extensión de la medida de gracia concedida, sorprende que el indulto de Biden no sólo se refiere a los delitos por los que ha sido condenado, sino a otros posibles futuros crímenes por los que pudiera ser sentenciado. Y lo más importante, en el período en cuestión, se encuentran los años 2014 a 2017, cuando Biden era vicepresidente, y es precisamente el período en que se centra la otra investigación en curso.
“No conozco ningún indulto que se haya extendido por diez años completos”, opinó Josh Blackman, experto constitucional y profesor de la Facultad de Derecho del Sur de Texas. “Si Hunter Biden hubiera asesinado a alguien en la Quinta Avenida durante ese período, no podría ser acusado de ningún delito. Es una carta de salida de la cárcel para la última década, y es realmente insólito”, concluyó el docente.
Con ello, el todavía inquilino del Despacho Oval busca no sólo insultar a su hijo sino evitar cualquier imputación contra él mismo en el futuro.
Decisiones como la presente, propias de un dictador bananero, auguran un interesante final de mandato de Biden, dado que hasta el próximo 20 de enero no entregará el poder… una cuestión que inquieta a muchos por lo que pueda hacer en los días que restan. Así, como ha destacado el periodista Phil Wegmann: “Joe Biden aprovechará el período de transición para poner obstáculos a Donald Trump”.
Le espera una dura labor a la Administración Trump-Vance, sobre todo de limpieza del Departamento de Justicia.