Mijail Gorbachov ha fallecido en Rusia, a los 91 años de edad, en plena guerra de Ucrania, justo el tipo de conflicto entre Oriente y Occidente que su perestroika ayudó a borrar.
Empezando por el final: sin la Perestroika de Gorbachov no hubiera caído el comunismo. La fortuna del ex líder soviético, que como buen aprendiz de brujo nunca nunca supo exactamente las fuerzas que ponía en marcha, consistió en encontrar alguien al otro lado, dos interlocutores capaces de ver más allá de sus narices: el Papa San Juan Pablo II y el presidente de los Estados Unidos entre 1980 y 1988, Ronald Reagan.
Tras la caída del leninismo, hoy tenemos el neocomunismo: la progresía del Nuevo Orden Mundial, el marxismo de género. Todo ello ya estaba perfilado en la Carta de la Tierra, el cementerio en el que terminó Gorbachov
El despiste de Gorbachov lo resume muy bien la persona a la que el ruso más admiró: Karol Wojtyla. El Papa polaco le definió como "una persona que cree tanto en sus valores que está dispuesto a aceptar todas las consecuencias que se deriven". Quería decir con ello que Gorvachov no era inteligente pero sí coherente. Y en su coherencia, sabía escuchar. También comentaba San Juan Pablo II lo siguiente: "Pienso que sus ideas no son comunistas. Pero es un misterio de dónde las ha sacado".
Volvamos a la actualidad. Aquel comunista que iba para cristiano y se quedó en humanista supo acercarse a Occidente, aunque no diera el paso definitivo. Aunque le insistía a Wojtyla que en su casa había una imagen de la Virgen, eso sí, debajo de uan foto de Lenin, lo cierto es que se quedó en la Carta de la Tierra y desde su caída fue utilizado como un guiñapo, por el Nuevo Orden Mundial (NOM) surgido del final de la Guerra Fría. Los malos siempre le sacan buen jugo a los sincretistas despistados del tipo Gorbachov.
Por otra parte, cuando cayo la URSS, algo positivo, sin duda, el mundo pasó de sólido a gaseoso, el comunismo se convirtió en progresismo y surgió el marxismo de género, que ha batido todas las marcas de estupidez. Una vez más, el capitalismo triunfador no había comprendido nada del socialismo derrotado. Buena fue la derrota del leninismo, mala la victoria de un Occidente incoherente.
Juan Pablo II y Reagan comprendieron a Gorbachov. Ni Biden ni Europa han comprendido a Putin
Y también, el tránsito de Gorbachov, en Moscú, a los 91 años, en plena guerra de Ucrania, demuestra el fracaso de Occidente con Putin. Ya no contamos ni con Karol Wojtyla ni con Ronald Reagan para interpretar los signos de los tiempos, y la capacidad interpretativa de Joe Biden se lo dejo a su propia reflexión. A la suya, lector, no a la de Biden.
Quiero decir, que Juan Pablo II y Reagan comprendieron a Gorbachov. El segundo negoció el desarme y el final de la Guerra Fría con el Kremlin poniéndoselo fácil a Mijail. El polaco tenía claro que Gorbachov provenía de un mundo ajeno a Cristo y por tanto, daba palos de ciego en la tarea de sepultar el estalinismo sin tener claro cuál era el recambio.
Por el contrario, hoy, en 2022, ni Biden ni Europa han comprendido a Vladimir Putin, que no es una hermanita de los pobres, créanme, pero es un occidental, con las ideas mucho más claras sobre el mundo que Gorbachov. En Washington y en Bruselas pensaron que Putin sólo era un vencido y le han arrojado en manos de Oriente. Nos olvidamos de que Rusia es, o debería ser, Occidente. Pekín y Delhi no, Moscú sí... y ese error lo están pagando los pobres ucranianos.
Y así, tras la caída del leninismo, hoy tenemos el neocomunismo: tenemos la progresía del Nuevo Orden Mundial (NOM), el marxismo de género... el neocomunismo. Todo ello ya estaba perfilado en la Carta de la Tierra, el cementerio en el que terminó Gorvachov.
Sí, porque el pobre Mijail, desterrado por un golpe de Estado por esa figura, un tanto patética, llamado Boris Yeltsin, y al igual que otros personajes de la historia moderna, iba para cristiano y se quedó en humanista, que es como cambiar oro por baratijas, iba para el amor recio y se quedó en filantropía blandengue, marioneta del Nuevo Orden Mundial (NOM).
Cuando cayó la URSS, algo positivo, sin duda, el mundo pasó de sólido a gaseoso, el comunismo se convirtió en progresismo y surgió el marxismo de género. Buena fue la derrota del leninismo, mala la victoria de un Occidente incoherente
Gorvachov fue utilizado por el nuevo progresismo globalista, con instituciones como la Cruz Verde Internacional pero, sobre todo con un documento venenoso -los documentos suelen durar más que las instituciones- llamado la Carta de la Tierra, que devoró el poco prestigio que le quedaba al autor de la perestroika. La revista de pensamiento ARBIL, a la que tanto debemos definió así este documento ONU. Es importante leerlo, porque en la Carta de la Tierra empezó todo el lío que tenemos montado ahora mismo:
"La Carta de la Tierra es un documento pensado en el seno del Consejo de la Tierra que preside Maurice Strong, ex-subsecretario general de la ONU, conocido impulsor de políticas compulsivas de control de natalidad. Del mismo consejo forma parte el ex premier soviético, que ahora vive en Suiza, Mikhail Gorbachov, fundador de la organización Cruz Verde Internacional. También intervinieron, entre otros, en su redacción el ex-Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, Mercedes Sosa, y los difuntos Paulo Freire y Bella Abzug, entonces presidenta de WEDO, la Organización para el Desarrollo de las Mujeres y el Medio Ambiente, una de las poderosas ONG's con status consultivo en las Naciones Unidas, que busca, entre otras cosas, el reconocimiento del aborto como derecho humano y la equiparación de las parejas homosexuales a las heterosexuales".
Ha muerto Gorbachov, el hombre que buscó y no encontró, pero en ese proceso de búsqueda mostró la humildad necesaria para dejarse llevar por quienes sí sabían y se cargó la URSS, un verdadero imperio del mal. Con él se cerró una época y nació la nuestra. Sí, ya sé que la época del marxismo de género es aún peor que la anterior, pero Gorbachov jugó su papel, que no era papel menor. Descanse en paz.