Estamos inmersos en la campaña electoral de la segunda vuelta del próximo 30 de octubre en Brasil. En la primera vuelta, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva obtuvo el 48,4% de los votos, mientras que el actual presidente Jair Bolsonaro consiguió el 43,2%. Por supuesto, toda la progresía mundial, desde la prensa hasta las insituciones internacionales, lanzan un mensaje claro: Bolsonaro malo, Lula bueno.
La cuestión no es baladí porque Hispanoamérica está en peligro, al borde del precipicio, Brasil es uno de los pocos territorios que resiste, pero a finales de mes todo podría cambiar. Y es que la prensa progre mundial y los organismos internacionales, más progres aún, se dedican al blanqueamiento de los líderes que se han hecho con el poder de Hispanoamérica.
La corriente iberoamericana imperante puede definirse como marxismo-trashumanista y se extiende de Río Grande hasta la Patagonia: Colombia (Petro), México (AMLO), Venezuela (Maduro), Chile (Boric), Argentina (Fernández), Perú (Castillo), Nicaragua (Ortega)... y pronto, a lo mejor, Brasil (Lula). Este es parte del elenco, con fuerte representación del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla y títeres del Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir, del consenso progre.Todos repiten las mismas consignas: ideología de género, feminismo, indigenismo, comunismo y ambientalismo.
El NOM necesita de líderes progresistas para consumar su propósito de multilateralidad, de gobierno global, tiránico y anticristiano. El asunto es grave y se extiende por toda Iberoamérica: tras la teología de la liberación, llega a Hispanoamérica el marxismo de género e indigenista... que parece peor. Se trata, además, de un marxismo indigenista que patalea contra la madre patria, a la que define como genocida. Y sobra decir que el principal enimigo de este nuevo marxismo es el mismo: la Iglesia.
Y no podemos olvidar que lo que caracteriza a la Hispanidad es su fe cristiana y la sacralización de la persona, porque es entendida como hijo de Dios. Sí, Hispanoamérica está en peligro, como siempre que se ha alejado de la Hispanidad. Y está en peligro por exactamente lo mismo: por alejarse de Cristo, porque la Hispanidad sin Cristo no tiene sentido alguno.