En la madrugada del viernes 5 al sábado 6 de abril, miembros del ejército y la policía ecuatorianas entraron en la embajada mexicana en Quito para detener al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, condenado por los delitos de asociación ilícita (2017) y cohecho agravado (2020) en conexión con la trama Odebrecht, a quien la embajada mexicana había concedido asilo político.
Jorge Glas fue trasladado a una cárcel de máxima seguridad en Guayaquil.
La ministra de Exteriores de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, justificó la acción en que existía un "riesgo real de fuga inminente" y que Ecuador ya había "agotado el diálogo diplomático con México respecto a este tema".
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha convocado una reunión para mañana martes para abordar este incidente diplomático entre Ecuador y México
La irrupción en la embajada mexicana en Quito se produjo después de que Ecuador expulsase a la embajadora mexicana por unas declaraciones del presidente mexicano López Obrador que ponían en duda la limpieza de las elecciones ecuatorianas.
Se trata de un hecho casi sin precedentes a nivel internacional, pues la inviolabilidad e inmunidad de las embajadas pertenecen a los usos y costumbres de las relaciones internacionales.
Como consecuencia de esta irrupción en la embajada, México ha roto relaciones diplomáticas con Ecuador y ha clausurado indefinidamente su embajada en Quito.
Además, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha convocado una reunión para mañana martes para abordar este incidente diplomático entre Ecuador y México. El orden del día será las 'Normas de las relaciones diplomáticas y de asilo'.
España emitió un comunicado: "La entrada por la fuerza en la Embajada de México en Quito supone una violación de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961". "Hacemos un llamamiento al respeto del derecho internacional y a la concordia entre México y Ecuador, países hermanos de España y miembros de la Comunidad Iberoamericana".
La invasión de la embajada mexicana en Quito ha puesto de acuerdo a países, digamos, 'derechistas' como Estados Unidos, Argentina o Perú; y a 'izquierdistas' como Nicaragua, Cuba, Colombia, Venezuela, Brasil o Chile: todos ellos han condenado la acción ecuatoriana.
En cualquier caso, la ola izquierdista y populista hispanoamericana -representada por el brasileño Lula da Silva, el mexicano López Obrador, el colombiano Gustavo Petro, el chileno Gabriel Boric y el nicaragüense Daniel Ortega- parece haber encontrado la horma de su zapato en líderes derechistas también hispanoamericanos, como el actual presidente argentino, Javier Milei; el de El Salvador, Nayib Bukele; y el citado Daniel Noboa, de Ecuador. Algo está cambiando en la Hispanoamérica, todavía roja, del momento presente.