Ayer jueves, el ejército israelí efectuó un ataque contra la localidad de Nabatieh, en el sur del Líbano, en el que murieron 19 personas que se alojaban en un edificio. 

Se trata de la primera vez que Israel ataca esta ciudad libanesa desde que comenzaron las hostilidades entre los judíos y los terroristas yihadistas de Hamás, después de que estos invadiesen el 7 de octubre del año pasado, desde Palestina, una zona israelí y asesinasen a unas 1.200 personas.   

Y es que la intención del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu es abrir un nuevo frente en esta guerra, precisamente contra el grupo terrorista chiíta libanés Hezbolá --aliado de Hamás--, financiado por Irán, pero en el Líbano, un país que, al fin y al cabo, es cristiano.

Tanto es así que ayer, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, aseguró que el ejército judío es capaz de causar "daños masivos" en Líbano y de hacerle volver "a la edad de piedra" si estalla una guerra abierta contra el movimiento libanés Hezbolá. 

Porque este grupo terrorista libanés mantiene un enfrentamiento con Israel, lanzándose mutuamente proyectiles en la zona de la frontera entre ambos países. Pero últimamente se han agravado. Ayer mismo, Hezbolá bombardeó una base militar en el norte de Israel, con “decenas de cohetes Katiusha” .

A principios de junio, se supo que Tel Aviv había movilizado a unos 50.000 reservistas para “una acción fuerte en el norte”, según Netanyahu. Lo que podría significar que se prepara para invadir el Líbano...

Un país del que, por cierto, los cristianos van desapareciendo poco a poco...

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