Ya he dicho que la guerra entre Israel y Gaza no es mi guerra. De hecho, me parece más grave lo ocurrido en Nagorno-Karabaj, la limpieza étnica de los indefensos cristianos armenios frente al salvaje de Erdogan, que es quien ha apoyado a los musulmanes azeríes... y a nadie le preocupa la tragedia armenia. La guerra de Gaza, para los cristianos, sólo afecta a la cuestión de Jerusalén, que debería ser una ciudad abierta, bajo control internacional, para las tres religiones monoteístas. Es decir, no se trata de crear dos Estados sino dos Estados y una ciudad abierta, refugio de cristianos que están siendo expulsados de Tierra Santa por mahometanos y por judíos.
Por lo demás, Israel ha vivido siempre rodeado de enemigos. Antes confiaba en Dios, ahora confía en la US Navy. Como resulta que la US Navy es menos eficaz que el Padre Eterno, y menos de fiar, Israel necesita que su conflicto sea el conflicto de todos los conflictos: convertir el asunto de Hamás y Hezbolá, verdaderos criminales, en una cuestión global.
Lo de nuestro narciso Pedro Sánchez empieza a resultar ligeramente irritante: su postura vuelve a ser la de los concursos de mises: todo por la paz en el mundo
Shlomo Ben Ami, uno de los judíos amigos de España y exministro de Asuntos Exteriores de Israel, hablaba de que el presidente Joe Biden ha comprendido que el conflicto es global. No, el presidente Biden le ha dado al conflicto la categoría de global, que es distinto.
En cualquier caso, la doctrina progre de los dos Estados, Israel y Palestina, resulta tan simple que hasta lo entiende nuestro presidente en funciones, quien se ha convertido en uno de los grandes partidarios de la misma. Eso por no hablar de la última bala israelí, en caso de que el Tercer Templo estuviera realmente en peligro. Esto es, si Israel estuviera en serio peligro próximo de desaparecer utilizaría su última carta: la guerra nuclear. Y esa guerra sí que resultaría global.
Ahora bien, nuevamente Israel se ha convertido en banderín de enganche y en bandera de división para Occidente por lo que conviene aclarar varias ideas. La primera: Israel tiene que detener los bombardeos desde el aire. Si quiere pelear, que pelee en tierra: la mortandad de civiles será menor.
Más grave aun es lo de los palestinos: si pretenden luchar que formen un ejército y planten cara a los judíos, que no se escondan detrás de sus propios hijos y luego acusen a Israel de matarles. Hay que ser cobarde y miserable para salir, asesinar, secuestrar... y luego esconderse en galerías de túneles mientras mueren tus hijos bajo las bombas.
Dos Estados. António Guterres es un simple: desde 1948, los palestinos no han luchado por los dos Estados: han luchado por aniquilar a los judíos. El secretario general de la ONU tampoco está luchando por un armisticio sino porque Israel retroceda y los árabes avancen
Otra confusión: todo se soluciona con los precitados dos Estados. No es tan sencillo.
E insisto, las soluciones simples del narciso Pedro Sánchez, que si pudiera sería la novia en la boda y el muerto en el entierro con tal de no desaparecer del proscenio hasta resultar ligeramente irritante. Su postura vuelve a ser la de los concursos de mises: todo por la paz en el mundo. A ver, ¿dos Estados con qué territorio? ¿Como lo planeó la ONU en 1948? La misma noche de la declaración de independencia de Israel, los árabes atacaron a los judíos con el apoyo de cinco Estados soberanos, algunos con poderoso ejército anexo.
António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, tampoco tiene razón: desde 1948, los palestinos nunca han luchado por tener un Estado sino porque los hebreos no tengan ninguno. Han luchado, en suma, por aniquilar a los judíos. Tampoco están luchando por un armisticio sino porque Israel retroceda y los árabes avancen, que es distinto.