Vuelve a insistir, Andrés Manuel López Obrador, en denigrar a España y a la evangelización y civilización llevada a cabo por los españoles en aquel país. Fueron los españoles los que llevaron la civilización cristiana -que, por cierto, conlleva el respeto debido a la mujer- y la propia identidad nacional a un México que antes de la llegada de Hernán Cortés, sencillamente no existía como nación... y a nadie se le había ocurrido que existiera.
Fue Hernán Cortés quien creó México... queridísimo Andrés Manuel. Antes no existía como nación ni como unidad
Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es feminista y antihispanista, desconozco en qué orden. Aseguran que la cantidad de necedades que su ilustre esposo vierte contra la conquista de Hernán Cortés, así como contra España y la Hispanidad en general, se deben a su posesiva influencia. Y tras la última polémica de no hace más de un mes, donde AMLO se cebó contra las empresas españolas, doña Beatriz insiste en su memoria histórica, que no deja de guardar cierta similitud con la memoria histórica de España creada desde la Moncloa por el guerracivilista Pedro Sánchez.
Así que no nos queda otro remedio que acudir, de nuevo, a ese libro genial del historiador argentino Marcelo Gullo, que lleva por título "Madre Patria". Hoy quisiera fijarme en un apunte de don Marcelo, sobre la unión -Dios los cría y ellos se juntan- entre feminismo e indigenismo, ayuntamiento marital que alberga, me lo van a permitir, una cierta coña. Vamos, que resulta extraordinariamente pitorreable.
Porque el respeto a la mujer nace en la Iglesia de Cristo, y hasta que la Iglesia no llegaba a un lugar, la mujer no pasaba de objeto a sujeto. Imperaba la ley de la fuerza, y en materia de fuerza física, el hombre casi siempre lleva las de ganar.
Y así, comenta Gullo, sobre la versión indofeminista de don Andrés Manuel y de doña Beatriz, lo siguiente. No se lo pierdan:
"El despotismo bajo Moctezuma era peor que en los más envilecidos estados de África. Las mujeres era un poco menos que mercancía. Los reyezuelos y caciques disponían de ellas a su antojo y para hacerse presentes. No solo entre los aztecas, también de los incas (véase Garcilaso), el monarca hacía acopio de vírgenes hasta el número de 700, para tomar de allí concubinas. Y como todos los valores estaban envilecidos, a este género de prisiones se les llamaba conventos. Las reservas femeninas de Moctezuma ascendían a 1000, más o menos. Una vez elegido por el cacique, una de estas mujeres ya no podía casarse ni ser de otro. Y a menudo, ni el mismo cacique volvía a verlas. El que se atrevía a cortejar a una de estas infortunadas que, sin embargo, eran las más bonitas de la raza, perdía la vida y su familia era también exterminada. Imagínese la clase de problema que podía derivarse de este sistema de eugenesia".
Y sin embargo, ahí tienen a las actuales feministas mexicanas, empezando por la señora presidenta, alabando a Moctezuma, el padre de la nación mexicana, un sabio y recto cacique masacrado por el pérfido -seguramente machista y probablemente homófobo- Hernán Cortes.
Lo cual demuestra que el mundo no está loco, sólo está idiotizado. Pero esa enfermedad se cura con el tiempo, las buenas lecturas y la buena voluntad. Más con lo último que con lo primero, me temo.