Es la Navidad más triste en Belén, lugar del nacimiento del Dios anonadado en un bebé, encarnado en un cristianismo menguante en Tierra Santa.
La guerra de Gaza ha vaciado la calles que en Nochebuena se convertían en un hervidero, no de turistas, sino de peregrinos que querían vivir el cumpleaños de Cristo allá donde nació, en Belén.
La guerra entre Israel y Hamás no se detiene pero Benjamín Netanyahu conduce a Israel al desastre. Entiéndanme: no porque, como repite la estúpida salmodia progre occidental, por ejemplo, la de Pedro Sánchez, resulte que Israel es el ejército agresor que está matando a los hijos de Hamas. En Hispanidad ya hemos dicho hasta demasiadas veces que los musulmanes utilizan a sus hijos como escudos humanos: se esconden cobardemente detrás de ellos para acusar al enemigo de inclemencia.
La presencia cristiana en Tierra Santa se debilita y Jerusalén, está en entredicho, como capital espiritual del mundo
Y después de haber perpetrado una serie de atentados terroristas salvajes, con asesinatos, violaciones y secuestros, también de niños de cuna. Ser de Hamas es ser un salvaje y la població gadarí también es culpable por permitir que estos asesinos impongan su ley en la franja de Gaza.
Israel se defiende y para eso tiene que neutralizar a sus enemigos. Si Hamas pone a sus hijos -¡hay que ser miserable!- por escudo es Hamas quien está matando a sus hijos, no Israel. No, es por eso por lo que digo que Netanyahu puede acabar con Israel, es porque la guerra ética, sí, la guerra de los judíos -no la de los musulmanes. que es depredación- también tiene sus límites. ¡Pero es que se esconden detrás de sus hijos, a los que utilizan como escudos! Cierto, aún así, tienes que pensártelo tres veces antes de matar a niños, que siguen siendo inocentes.
Por tanto, ¿Israel hace lo correcto? Más en su reacción primera que en su consecución final. Los bombardeos desde al aire deben reducirse aunque ello se lo ponga más difícil a la infantería. No le vas a pedir la guerra ética a Hamas pero podemos y debemos exigírselo a Israel, que representa un estado superior de civilización, que adora al verdadero Dios.
Pero si persiste en su actitud, Netanyahu llevará a Israel el desastre. Primero porque habrá perdido la razón moral y eso es lo único que un ejército no puede perder en una guerra si no quiere convertirse en una mafia. Pero también porque Hamas, un grupo terrorista, ganará adeptos entre la bobalicona y cobarde sociedad occidental... y Oriente, hoy China, tiene poco que perder con la desaparición del Tercer Templo.
Mientras, en España, Pedro Sánchez no deja de cosechar alabanzas: primero de Hamas, ahora de los piratas hutíes. Bueno y del África esclavista de Mohamed VI. ¡Este hombre es un portento!
Colofón, no menos relevante, de la Guerra de Gaza: la presencia cristiana en Tierra Santa se debilita y Jerusalén está en entredicho, como capital espiritual del mundo. Es urgente que el Vaticano se gaste todo lo que pueda y algo más en financiar asentamientos cristianos en Jerusalén, que es algo más que una ciudad. Que no se marchen; necesitamos cristianos en Jerusalén.
Al Nuevo Orden Mundial no le gusta el Islam: sólo lo utiliza, como carne de cañón, para destruir el cristianismo. Al NOM lo que le gusta es el panteísmo hindú, el qué, no el quién: una religión atea
Por cierto, hay una derecha empeñada en confundir al Nuevo Orden Mundial con el terrorismo islámico. A ver si nos entendemos: al NOM no le gusta el Islam, porque el Islam es una doctrina de normas morales severas. Y no son las normas las que más le enfrentan al cristianismo, sino la ausencia de libertad humana y, atención, de misericordia divina.
No, el NOM tan solo utiliza al Islam y como carne de cañón, para destruir a su peor enemigo: del cristianismo. Puestos a buscar un credo, al NOM lo que le gusta es el panteísmo hindú: el qué, que no el quién. O sea, una forma de ateísmo disfrazada de religión.
En el entretanto, el victorioso Netanyahu conduce a Israel al desastre. Porque, en todas sus guerras con los árabes, desde 1948, los judíos han tenido la razón en varias cosas pero, la más importante de todas, a lo largo de toda la historia de la diáspora, es que ellos eran fieles a Dios, como pueblo elegido suyo, aun cuando no creyeran en esa elección divina... o cuando no creyeran en Dios.
Lo que es tanto como decir que el hebreo se guiaba por el bien, con todos sus defectos... que son pueblo de dura cerviz e incircuncisos de corazón.
¿Responde Benjamín Netanyahu a este retrato o se comporta como un mero sionista que intenta destruir al enemigo para sobrevivir? Sí, me temo que Netanyahu puede llevar al pueblo elegido al desastre, que no es la derrota, sino una nueva disgregación, una nueva diáspora, física o espiritual... o ambas cosas a la vez.